Revista Innombrable # 7 - Muros Poéticos, Ciudades del Silencio - 2015 | Page 28

no es la heredera de la poesía baudeleriana. Al poeta moderno le interesa más la ciudad íntima, clandestina, la ciudad de la vivencia urbana, narrar los episodios urbanos donde las imágenes son los amantes, los niños o los vagabundos2. La ciudad que a veces se reconoce en los poetas; Alejandría y Cavafis. Lisboa y Pessoa, Borges y Buenos Aires, fue imaginada por la novela y la poesía como una construcción del lenguaje que la crea. La ciudad es una construcción de la imaginación en la tradición literaria. Una ficción del poeta o el novelista, pero no por eso es menos real, en comparación con la ciudad que existe, que a veces puede ser mucho más real que la ciudad que está en la calle, porque la ciudad que existe en los libros, es menos dura o violenta. La ciudad es la infancia del poeta, porque en el lenguaje permanece la imagen o el imaginario de la ciudad. La ciudad de las cigarras para el poeta de comienzos del siglo XX es la ciudad del smog, para el poeta de comienzos del siglo XXI. La sensibilidad es histórica, las ciudades cambian, se transforman pero permanecen en el lenguaje, como el poeta o el novelista las vivieron, las soñaron, las recrearon o las imaginaron. La ciudad como imaginación y escenario que se construye palabra a palabra como ladrillo sobre ladrillo. “El poeta y la ciudad” El poeta como los buitres escarba en la carroña de las palabras. Con bufanda al cuello blue jeans y zapatos de gamuza sale a aspirar la ciudad por los poros y a retratarla con la memoria y llevarla en el corazón como la herida de un viejo amor 2 - Ibíd 25