Revista Innombrable # 6 - Eterno Femenino Cuerpo y Erotismo - 2014 | Page 79

aspiradora comenzó a dirigirse hacia mi cuello con un aire tibio, tibio. Me abandoné a esa tibieza, que me obligó a acostarme sobre la alfombra. Ella continuó con su calidez pasando su boca por los senos ya erectos, por los brazos, por las piernas hasta llegar a los pies. Allí se detuvo un momento para embestir despacio, pero más fogosa por la parte interna de los muslos humedecidos y palpitantes, fogatas que les marcaban el camino a seguir y siguió. Se entretuvo unos segundos en el frondoso pubis, un volcán a esas alturas, para luego enfocarse en el clítoris, también erguido, a punto de estallar, con sus fibras sensitivas latiendo, latiendo… De pronto, como por encanto, se me aparecieron varias imágenes de hombres. Esos hombres perfectos, soñados, pero que no existen, igual que los príncipes azules de la niñez. Primero llegó Elvis, el responsable de despertar mis deseos de mujer. Después Sandro, en su plena juventud, con aquel meneo de caderas y los labios carnosos, diciendo «Así, así» y yo en mis catorce años. También intervino el único novio que tuve sin ser mi marido, mezclado con algunos de los dioses y semidioses que pintaba Homero, en la secundaria, que aunque eran rubios, bruñidos de sol, yo me los imaginaba morenos, de ojos negros; ¡total, en la imaginación es dónde siempre he mandado yo! Y más ahora que estaba totalmente excitada, desprejuiciada, desenfrenada y en plena rebeldía. Después vinieron unos galanes más recientes como George Clone y Denzel Washington…maldita sea, hasta él, hasta mi marido apareció. Aquello se había transformado en una orgía; además la que provocaba todo ese placer era un ser femenino, no había dudas, era una verdadera orgía. Mi cabeza mantenía aquello de «Así, así», hasta que empecé a gritar, sí… así, así… Estaba viva, viva y no había pasado el tiempo por mi cuerpo. Me dejé inundar por esa pasión, hasta que estallé cual fruta madura;