Revista Innombrable # 6 - Eterno Femenino Cuerpo y Erotismo - 2014 | Page 56

Martin Petrozza (México) “LA BELLEZA FÍSICA ES UN CUENTO DE HADAS” Debo estar borracho para decir lo que digo. Estoy con Sandra, en un bar, y he perdido el conteo de las copas. Es igual, pienso, ella paga. No puedo dejar de mirar su nariz. Es una nariz grande en medio de dos ojos. Ella pregunta qué miro y se lo digo: miro tu nariz. Se avergüenza; debe saber las medidas de sus proporciones. Para calmarla, agrego que es bella. Una nariz griega, o algo. Sin embargo, no se lo traga. Probablemente le causó traumas en la adolescencia. Debió ser el blanco de burlas crueles. No es difícil imaginarlo. Alzo la mano y ordeno otra ronda. Sandra no ha terminado pero bebe al hilo y el mesero se lleva los vasos. Luego trae otros (muy probablemente los mismos), con whisky. Dejo el tema de la nariz. No deseo hacerla enfadar. Hacerlo puede jodernos el sexo. No quiero jodernos el sexo porque de algún modo el sexo es lo mejor que puede pasarnos a dos como nosotros. No nos amamos, lo sabemos, pero hacemos el amor. Fuera de ello nos odiamos. Yo odio a Sandra y su nariz. Ella me odia a mí y a mis libros. Sandra propone un brindis, por nosotros, y brindo. Luego hace conversación. Dice que le gusta mi sonrisa. Entonces sonrió, pero después dice que yo a veces le doy miedo. Sobre todo cuando la miro como la miro en este momento. Respondo que uno siempre teme a lo que desconoce. Yo te conozco, exclama. Sí, miento. Sandra no entiende. No se lo digo, no quiero joderla con filosofía. Eso también puede jodernos el sexo. Para follar a una mujer hay que atravesar un campo minado. Una palabra puede ser una mina. En cambio, le digo que es una mujer muy bella. No lo cree (lo que significa que sí lo cree, que ella lo cree de sí misma). Para probarlo le tomo la mano y la llevo hasta mi entrepierna. Estoy empalmado. Me pones a tope con sólo mirarte, le digo. Sonríe y dice que ahora sí lo cree. No es verdad, estaría empalmado incluso sin ella. En adelante bebemos en silencio. Hay música, hay gente, Sandra está enfrente de mí. Aún así me siento solo. ¿Qué piensas?, pregunta. No contesto. Enciendo un cigarrillo. Dentro no se permite fumar, lo sé. Sandra me lo recuerda pero me alzo de hombros. Acto seguido, se acerca un mesero. Me pide que 50