Revista Gremial del SAONSINRA (2017) Soporte digital de la Revista del SAONSINRA | Page 42

revista final sin tapas 02/01/2018 05:22 p.m. Página 42 42 SAONSINRA Delegación Punta Alta Punta Alta Coronel Rosales, Bahía Blanca, Necochea y Quequén Z ona por excelencia en reparaciones, gracias a sus puertos y muelles disponibles, espera todavía una reactivación que al parecer se hace desear. Todo el potencial brindado por sus estructuras portuarias, se mancha de espacios vacíos y estéri- les, y en los ocupados, pocasreparaciones a flote se realizan demandadaspor los armadores pesqueros. Quie- nes año a año van economizando el mantenimiento a sus embarcaciones. Cada vez con menos personal en las escue- tas obras navales, que, con solo algunos rodillos de pintura, la más de las veces, quieren alcanzar para tapar el enveje- cimiento que cada marea imprime en las proas. Y con esa pintura se mantiene la expectativa de que se realicen re- paraciones como antaño, con mano de obra calificada y ocupación plena o semiplena. El Puerto de Ingeniero White, con tan solo un puñado de compañeros navales, alcanza para dar mantenimiento a los barcos de Iberconza, que es el único armador pesquero con posibilidad de ingresar al puerto Whitense en los periodos de veda, cuando se aprovecha para dejar en condiciones los navíos. Por una resolución del Consorcio del Puerto local solo se permite el ingreso y estadía a aquellas empre- sas que tienen puerto de origen allí, o que realizan alguna descarga anual de su producción. Esto imposibilita a que otras compañías amarren en Bahía Blanca como lo hacían tiempo atrás, y esto ha reducido la posibilidad de tener mayor oferta para los talleres; afectando substancialmente la cantidad de mano de obra requerida. La oferta y demanda de reparaciones en los remolcado- res está cubierta con los planteles fijos. La flota de remol- cadores, renovada hace pocos años, es de edad moderna. Para los talleres navales locales, proveedores fijos, no cons- tituye trabajo continuo ni permanente, lo que agrava las dificultades económicas para mantener a sus trabajadores. La capacidad operativa de Puerto Rosales, ocupada par- cialmente por una flota estable de mantenimiento de la ría y pequeñas embarcaciones locales, deja un espacio que, bien administrado, permite a los armadores pesqueros al- bergar hasta 8 embarcaciones de porte. En ese espacio Co- narpesa y Argenova, en estos últimos años, amarraron sus poteros en los periodos de veda pesquera. Entre luces y sombras se realizan reparaciones con poca ocupación de trabajadores, trasladando de barco en barco a pequeños grupos de trabajo para el acondicionamiento de los mis- mos. La joya de la reina siempre lo fue la Base Naval Puerto Belgrano, que en su momento de oro albergó a miles de compañeros y decenas de talleres de todo el país. Con sus reparaciones en embarcaciones de gran porte en sus mue- lles, como también en sus diques, incluyendo las embarca- ciones de la propia Armada Argentina,mantenía la ocupación laboral, todo el año, de los talleres navales loca- les. Hoy este gigante dormido brinda a la Industria Naval Nacional pocas posibilidades de desarrollo. Imposibili- tando el ingreso de buques de porte a su jurisdicción, con una política cerrada, esquiva los ingresos y habilitaciones de reparaciones a los armadores, que recurren, finalmente, a llevarlos al exterior (Brasil o Chile). Los grandes cargue- ros o petroleros, por falta de decisión y de una determina- ción clara de este ente estatal, se ven negados de dejar los recursos económicos devenidos de las reparaciones en manos argentinas. Solo un sector de muelles de la BNPB, en su zona de Capitanía de Puerto, está destinado a dar amarre a buques pesqueros en los periodos de veda, y esa es la sola posibilidad para los trabajadores navales locales de realizar reparaciones. La sostenida memoria de la capacidad de reparaciones y construcción naval en Necochea y Quequén deja sospechar el potencial de una industria que fue pujante a fines de los 80´. Con un padrón de más de 500 trabajadores afiliados al SAONSINRA se realizaron, por aquellos años, más de 150 embarcaciones pesqueras. Esa Memoria per- sistente no logra ocultar que Astilleros a orillas del rio Que- quén se ven hoy como fósiles secándose al sol. Uno de ellos, el Astillero Vanoli, volvió al juego en manos de Sergio Vanoli, hijo de su fundador Aníbal Vanoli, primer Presidente de la Asociación Bonaerense de la Industria Naval (ABIN). Este Astillero, que logró construir aproxima- Vista aérea del muelle de Puerto Rosales