Revista Foro Ecuménico Social Número 7. 2010 | Page 79

Responsabilidad Empresaria servicio) a dominar las actividades tanto económicas como sociales, poniendo en peligro el tan anhelado bien común de nuestras sociedades. Ahora bien, si la financiarización abre oportunidades innegables en el plano conceptual (teoría) y profesional (praxis), puede también conllevar a consecuencias peligrosas. La crisis desencadenada en el otoño del 2007 lo ilustra perfectamente al mostrar claramente el carácter crucial de la responsabilidad de los individuos e instituciones que operan en los mercados financieros. Al movilizar cantidades superiores a sus equivalentes en la economía real, los mercados financieros se hacen responsables tanto por las crisis como por los tiempos de euforia que puedan engendrar. Frente a estos colosales riesgos, la confianza y la visión a largo plazo deberían ser los pilares del sector y estar anclados en el comportamiento de los actores. Estos ideales han de hacerlos proceder a, por ejemplo, reformar sus prácticas en caso de fallas detectadas o denunciadas; a innovar responsablemente; a crear confianza sin comprometer principios con el fin de una mejor integración del bien común en las decisiones financieras. Finalmente, cabe precisar que los actores no son solo los responsables. La responsabilidad de la buena marcha del sistema concierne por igual a las instituciones. La responsabilidad individual y colectiva son de este modo complementarias. Ya sea desde la perspectiva del interés de los poseedores de capital individual o institucional, o bien desde la preocupación de la dimensión ética de las actividades y prácticas de las finanzas, o incluso desde el punto de vista del bien de la colectividad, esta nueva situación exige una definición de las responsabilidades que incumben a los actores del mundo financiero. Como ya se ha mencionado, las finanzas son una actividad de servicio. Empero, es primordial clarificar de qué servicio se trata, para quién, con qué contrapartes y en nombre de qué objetivos. Es entonces imperativo proceder a un diagnóstico y análisis holístico de todas nuestras actividades porque la crisis que vivimos hoy en día es sistémica y no sólo económica y financiera. Tiene sus raíces mucho más allá del aparente equilibrio entre la llamada economía real y la actividad financiera. Es el resultado de la presión que, año tras año, ha debilitado la base material, social, intelectual y ética del sistema socio-económico basado en la libertad política y económica. Esta ruptura sistémica, si no se identifica de forma rápida y correcta, podría poner en “jaque” y tal vez “mate” a la economía de mercado, cuyo propósito principal es promover la dignidad y el bienestar de la persona humana. Los códigos y cartas éticas sólo tienen sentido si se encuentran en interacción con la cultura corporativa efectiva. ¿Qué es la ética? La ética trata del sentido que damos a las decisiones cotidianas. No se trata de normas (morales) generales de lo que es “bueno o malo”. Se trata más bien de cómo darles un sentido y un uso significativo a esas normas en cualquier nivel de responsabilidad. La ética es un proceso heurístico, individual y de grupo que va y viene. De la elaboración de normas y el sentido que les damos. La ética trata de la toma de decisiones; de dilemas a los que debemos hacer frente. Sin embargo, no es suficiente abordar la “cuestión ética” únicamente en el nivel corporativo. La preocupación ética tiene que ser incorporada en la cultura cotidiana corporativa. Los códigos y cartas éticas sólo FORO •97