Revista Foro Ecuménico Social Número 7. 2010 | Page 75
Responsabilidad Empresaria
Juan José Almagro
Responsabilidad
e irresponsabilidad social
Director General de Comunicación y Responsabilidad Social de Mapfre
Cuando
se pregunta cuánto cuesta, o cuál es el precio de la Responsabilidad Social, alguien podría decir que el
precio de la inversión no se sabe, pero
en este momento de la vida del mundo
sí sabemos cuál ha sido el precio de la
irresponsabilidad social. El costo de la
ayuda pública y privada a bancos e instituciones financieras de todo el mundo,
fundamentalmente norteamericana y algunas europeas, afortunadamente no españolas, supera el costo de la segunda
guerra mundial incluido el Plan Marshall. Si queremos meter la cabeza bajo el
ala, como el avestruz, que no debemos
hacerlo, o si no queremos saber el costo,
lo que está claro es que en esta crisis perenne, rebelde también, hemos pasado
por una privatización de los beneficios
de la externalización de las pérdidas, con
lo que no siempre han pagado los irresponsables, y probablemente no solo no
han pagado los responsables, sino que al
final la culpa se diluye y es un poco de
todos; es decir, la culpa no es de nadie.
Entonces parece que no ha pasado
nada, y ha pasado. Tanto ha pasado que
estamos inmersos en una de las crisis
más importantes, que no ha habido nunca en la historia de la humanidad, seguramente la crisis financiera más importante que ha habido en el mundo.
Nosotros estamos en la responsabilidad social porque creemos en la mis-
ma, por nuestro origen mutualista y porque desde hace mucho tiempo teníamos
unos principios de actuación que coincidían con aquello que hoy se llama responsabilidad social.
Somos fundamentalmente una empresa ciudadana, o sea, una empresa considerada como una institución de servicio público, en la que lo importante es
cumplir con el deber de cada uno, es tener un comportamiento ético y un compromiso solidario y sobre todo un fuerte compromiso social en estos tiempos.
Porque a las empresas la sociedad les
está pidiendo que no solo obtengan beneficios, y sean capaces de generar empleo, y sean innovadoras y competitivas,
sino que además desarrollen todo eso en
un escenario que debe hacerse mucho
más humano y habitable, donde el compromiso social es tan importante.
Las empresas tenemos que ser capaces de hacer aquello que sabemos hacer;
esa es nuestra principal responsabilidad.
Muchas de las cosas que han ocurrido en
esta crisis se hacen como consecuencia de que grandes instituciones financieras, desde los bancos
hasta las aseguradoras,
hacían cosas que no
debían hacer porque no tenían
nada que ver con
su trabajo habitual.
Probablemente
no solo no han pagado
los responsables, sino
que al final la culpa
se diluye y es un poco
de todos.
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