Revista Foro Ecuménico Social Número 7. 2010 | Page 44
Dialogo con los más pobres
Esto se tradujo en la
fórmula de “reducir” a
espacios geográficos
específicos y limitados
la ocupación territorial
originaria mapuche.
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cibió títulos, y sin embargo siguió residiendo en los mismos lugares. Durante
más de un siglo hubo un choque permanente con quienes iban recibiendo títulos legales.
También se instaló un conflicto con
el Estado chileno. Las comunidades mapuches recurrieron con frecuencia ante
los tribunales con documentos legales
de mercedes de tierra otorgados por el
Estado de Chile, con frecuencia en contraste con lo progresivamente establecido en sentido contrario por los registros de propiedad de bienes raíces de
manera frecuentemente poco ortodoxa en beneficio de terratenientes
no indígenas. Según una estimación reciente, se cambió el carácter de un tercio de esas mercedes de tierra entregadas por el
Estado chileno, que ya habían expoliado a la mitad de la población mapuche. Estas situaciones han sido y son
la fuente de un conflicto que no proviene de la conquista del territorio mapuche de origen colonial, sino de origen en
el Estado Nación chileno.
Este proceso se entronca en el siglo XX con dos grandes corrientes en
el mundo indígena. La primera busca la
integración a la institucionalidad del país
en distintos ámbitos junto a una defensa de sus derechos adquiridos. Una parte
importante de la representación mapuche busca educación para sus hijos, acceso a los sistemas de salud, y preservar
los territorios, en el contexto del diálogo
con la Iglesia, con el Partido Conservador y con las instituciones de la República, incluyendo una representación parlamentaria.
Otra parte de la población indígena
se vincula con movimientos que se identifican con el ideario socialista y laico
que proviene de Europa y forma parte
de organizaciones sindicales y partidos
políticos como el Comunista, Socialista y Radical. Esa es una relación también compleja. Los partidos de izquierda tienen un discurso ambivalente: por
un lado buscan incorporar al mundo indígena a su propio proceso de acumulación de fuerza política, pero en el lenguaje de inicios del siglo XX se habla de
los “araucanos” y de respetar sus derechos incorporándolos a un proceso de
“civilización”. Siempre ha existido una
relación estrecha entre el mundo de la
izquierda en Chile y parte del mundo indígena, pero no exenta de una cierta incomprensión mutua.
En los años sesenta, con el gobierno de Frei Montalva, se inicia el proceso de la reforma agraria destinado a
redistribuir tierras del gran latifundio
tradicional en beneficio de los trabajadores de la tierra. El tema indígena se
subsumió en el tema campesino, aunque las reivindicaciones históricas de tierras por diversas comunidades indígenas
se mantuvieron como tales. El proceso
de movilización del mundo campesino y
del mundo indígena se acelera desde el
año 1967, y muy en especial en el período de Salvador Allende, que lleva adelante una rápida reforma agraria en los
términos que la ley establecía. Al mismo
tiempo se produce un fuerte fenómeno de tomas de terrenos. El presidente
Allende es derrocado y reemplazado por
una dictadura militar que, entre otras cosas, produce una contra-reforma agraria
muy drástica y al mismo tiempo una represión muy violenta en las zonas donde
se habían producido las mayores movilizaciones autónomas de campesinos y de
indígenas en el proceso de reforma agraria, con el resultado de muertes, fusilamientos, exilios y la desarticulación de
las organizaciones de campesinos e indígenas. Esto se traduce, de acuerdo a
algunos estudiosos del tema, en un fe-