Revista Foro Ecuménico Social Número 7. 2010 | Page 43

Dialogo con los más pobres los españoles, no fue verdaderamente ocupado por la Corona y se mantuvo en la práctica como territorio indígena hasta avanzado el siglo 19. Si bien el Chile republicano estableció en 1843 una guarnición en el estrecho de Magallanes, fue a través de alianzas con la población indígena que la influencia chilena en la Patagonia creció de lado y lado de la cordillera, en especial mediante el comercio de ganado. En la década de 1870 Chile reclamaba toda la Patagonia al sur del río Negro. La guerra de Chile con Perú y Bolivia de 1879-84 cambió la situación. En el lado argentino se gatilló la llamada Conquista del Desierto por el general Roca: las fuerzas argentinas ocuparon los territorios indígenas hasta el río Negro, en una campaña iniciada días después de la declaración formal de guerra por parte de Chile a Bolivia. A esta presión territorial por el lado argentino se agregaron presiones por el lado chileno, cuyo gobierno en 1866 había declarado como fiscales las tierras indígenas y dado inicio a distribuciones de tierras en medio de la expansión agrícola, la conformación de una economía cerealera orientada a la exportación hacia los mercados de California y Australia, la construcción del ferrocarril y de nuevas rutas de comunicación sobre el territorio indígena. La ocupación militar de la Araucanía por el ejército chileno comenzó en 1881. El ejército chileno, una vez conquistados los territorios del norte a Bolivia y Perú, fue orientado, en condiciones relativamente precarias y por tanto con cierta lentitud, pero no con menos violencia, al desplazamiento de los mapuches de sus territorios. Se puso en marcha el proceso de radicación en reducciones a través del otorgamiento de “títulos de merced” en unas 510 mil hectáreas (el 6 por ciento de su territorio ancestral), gene- ralmente las de peor calidad. El resto de las tierras, las más ricas, fueron entregadas a colonos nacionales y extranjeros, a título gratuito en el caso de estos últimos. Los gobiernos chilenos indujeron nuevos fenómenos de colonización en el sur del país. Probablemente por concepciones eurocéntricas de la élite de la época, se entendía que había que llevar a Chile alemanes, y también franceses e italianos, que podían colonizar la selva templada del sur y transformarla en un territorio agrícola productivo. Estos procesos tuvieron un resultado preciso: desplazar a las poblaciones mapuches de parte de su territorio y transformar su entorno ambiental. Esto se tradujo en la fórmula de “reducir” a espacios geográficos específicos y limitados la ocupación territorial originaria mapuche. Se estima que prácticamente la mitad de los mapuches en Chile fueron confinados a estos espacios, lo que significó desplazarlos hacia zonas de la costa y de la montaña desde el valle central del país. Dejó así de existir el tradicional territorio indígena, de contornos no necesariamente definidos pero dotado de una cierta autonomía de hecho, y se dio paso a una entrega de tierras con sus títulos a las comunidades mapuches desplazadas y confinadas. En el extremo sur, cuya población indígena alcanzaba a fines del siglo 19 unas diez mil personas, se produjo un exterminio en el siglo 20: los sélknam y aónikenk terminaron por desaparecer, en tanto los yámana y kawéska no suman más de unos dos centenares de personas. Dos conflictos permanecen hasta el día de hoy fruto de este proceso de “conquista interior”. El primero es que una parte de la población indígena no re- O’Higgins estableció, al proclamarse la independencia en 1819, la libertad de los indígenas y su igualdad con el resto de la población chilena. FORO •61