Revista Foro Ecuménico Social Número 7. 2010 | Page 39
Diálogo con los más pobres
los noventa se creó un régimen internacional sobe los derechos de los pueblos
indígenas, a la vez que se conquistaron
espacios en el sistema internacional (entre los que destacan el Foro Permanente para las Cuestiones Indígenas y la figura del Relator Especial)3. Además, sin
la labor de dichas redes difícilmente se
hubiera conseguido aprobar el Convenio 169 sobre Pueblos Indígenas y Tribales de la Organización Internacional
del Trabajo de 1989 y menos la Declaración de Derechos de los Pueblos Indígenas de Naciones Unidas, aprobado el 13
de septiembre de 2007.
Retos y preguntas a futuro
¿ha cambiado el escenario?
Una vez esbozado el tema de la emergencia y el impacto de los movimientos
indígenas durante las dos últimas décadas es preciso preguntarse cuál puede ser
a futuro la expresión y la relevancia políticas de los pueblos indígenas a casi una
década de la “década de los pueblos indígenas”.
Durante los últimos años parece haberse agotado el ciclo de grandes movilizaciones y, sobre todo, de la preeminencia en la agenda política nacional de las
demandas indígenas. En este sentido parece que las ventanas de oportunidad que
se abrieron en la década de los ochenta y noventa (y que se señalan al inicio
del presente texto) se están cerrando. Si
a ello se le suma que dos de los aliados
fundamentales de las comunidades indígenas, como son la Iglesia Católica y la
red de ONG están cambiando de posición y de interés respectivamente, el futuro se vislumbra complicado para estos
movimientos. A la par, el tema indígena
ha padecido también los efectos perver3
sos del impacto del terrorismo después
del 11-S, y ello a pesar de que dicho fenómeno es prácticamente ajeno a América Latina. Como consecuencia de ello
muchas ONG que trabajan sobre conflictos interculturales han redirigido su
atención en Oriente Medio y el mundo
islámico. Y además, cabe destacar que
bajo el discurso de lucha contra el terrorismo algunos gobiernos han promovido la represión frente a cualquier forma
de disidencia, tal como ha ocurrido en
Chile con varios líderes mapuches que
encabezaron protestas en defensa de sus
tierras y que fueron encarcelados bajo la
Ley Anti-Terrorista (Brysk, 2007).
En este nuevo contexto, en algunos
países dónde los movimientos indígenas
fueron pioneros su presencia ha disminuido. La relevancia del movimiento indígena en Ecuador ha descendido desde fines de la administración de Lucio
Gutiérrez y de la llegada de Correa, y en
Bolivia, por primera vez desde hace una
década, los diputados del MAS elegidos
en 2009 no son mayoritariamente indígenas. En México, después del auge que
tuvo el discurso indígena con el levantamiento de 1994 (Ejército Zapatista de
Liberación Nacional), dicho tema ya no
está en la agenda nacional.
Con ello no se pretende anunciar que
los movimientos y las demandas indígenas dejen de estar presentes en la región,
incluso es posible que se dé un incremento de conflictividad entre
organizaciones indígenas y otros
actores (ya sean autoridades públicas o empresas privadas). El
hecho de que la mayoría de recursos estratégicos del siglo 21
(agua, biodiversidad, gas, petróleo, minerales, bosques)
Parece haberse
agotado el ciclo de
grandes movilizaciones
y de la preeminencia
en la agenda política
nacional de
las demandas
indígenas.
Para ver un estado de la cuestión sobre los organismos y la normativa internacional
respecto a los derechos indígenas véase las obras de Anaya (1996).
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