Revista Foro Ecuménico Social Número 7. 2010 | Page 23
Redescubrir la diversidad
David George
¿Buena suerte? ¿mala suerte?
¿quién sabe?
Reverendo de la Iglesia Anglicana
Una historia china habla de un an-
ciano granjero que tenía un caballo viejo
para cultivar sus campos. Un día el caballo escapó a las montañas y el anciano se acercó a sus vecinos para lamentar su desgracia. Les decía “mala suerte,
buena suerte ¿quién sabe?”. Una semana después el caballo volvió de las montañas trayendo consigo una manada de
caballos salvajes. Entonces los vecinos
felicitaron al anciano por su buena suerte y éste les respondió: “¿Buena suerte?
¿Mala suerte? ¿Quién sabe?”.
Cuando el hijo del labrador intentó domar uno de los caballos salvajes se
cayó y se fracturó una pierna. Todo el
mundo consideró esto como una desgracia, no así el anciano que se limitó
a decir “¿Mala suerte o buena suerte?
¿Quién sabe?”. Una semana más tarde
el ejército entró en el pueblo y fueron
reclutados todos los jóvenes en buenas
condiciones. Cuando vieron al joven con
la pierna fracturada lo dejaron tranquilo.
¿Había sido buena suerte, mala suerte?
¿quién sabe?
La moraleja del cuento puede ser que
Dios puede sacar bienes de los males, y
esto debería aumentar la confianza y la
fe en la vida. ¿Buena suerte o mala suerte? ¿Esto me va a beneficiar o me va a
dañar? Dios dirá, pero cuando yo hago
algo que tiene el propósito de traer buena suerte a otras personas, no existe el
mismo dilema. Cuando reflexionamos
acerca de las cosas que hacemos a otras,
o a favor de otras personas, el mensaje
principal de este cuento se refiere a la
ética y la conducta. ¿Cuál es mi responsabilidad cuando tomo decisiones que
afectarán la vida de la gente? ¿Sé realmente si las van a beneficiar o dañar?
¿Qué es lo que tengo como guía en todo
esto? En nuestra civilización hemos llegado a la regla práctica de oro: “no le hagas daño a nadie y si puedes ayúdalo”.
Esta responsabilidad pesa tanto que
la sentimos a veces como una carga moral que llevamos a cuestas. Por supuesto es imposible y más allá de nuestras
posibilidades garantizar el bienestar de
toda la humanidad. Entonces, a pesar de
nuestra ignorancia y de las consecuencias finales ¿cómo vamos a actuar para
beneficiar al prójimo? Ciertamente a
veces los beneficios que queremos
obtener para otros se hacen visibles y hasta medibles y podemos
celebrarlos. En cambio otras
veces estamos decepcionados
y deprimidos a causa del fracaso de nuestros proyectos. Creo
que lo importante es que sepamos dejar el resultado final en
las manos de Dios sin angustiarnos, aunque, por supuesto, esta
actitud abierta de ninguna manera nos exime de la responsa-
El mensaje principal
de este cuento
se refiere a la ética
y la conducta. ¿Cuál
es mi responsabilidad
cuando tomo
decisiones que
afectarán la vida
de la gente?
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