Revista Foro Ecuménico Social Número 12. 2015 | Page 91
Atrio de los Gentiles en la Argentina
P. Ignacio J. Navarro
La pregunta detrás de la obra
Escritor, poeta y ensayista, autor de Últimas inquisiciones.
Borges y Von Balthasar recíprocos
lo cierto es que Borges toca en el lector
una cuerda interior definitiva, un lugar
al que es imperioso llegar, y al que parece que no se puede acceder salvo por la
palabra del poeta argentino. Ese “lugar”
no puede quedar inexpresado, pero hacía falta un don, una inspiración superior
para decirlo, y no es imposible reconocer
esa cualidad única en Borges. Abrió, desde una profundidad rica y secreta, un estilo de belleza, inteligencia y sentido que
nos ha renovado y mejorado.
¿Qué dice ese lenguaje nuevo y mejor?
Tal vez si existirá o no aquella Palabra,
forma de todas las figuras. Eso que Borges llamaba el “Verbo hacedor”, el Verbo poietés, poeta, creador, hacedor pero
con palabras, un Verbo que desde siempre haya quebrado el silencio de la nada.
Un cosmos. ...una voz infinita / dijo estas cosas (estas cosas, no estas palabras, / que son mi
pobre traducción temporal de una sola palabra).
No hay ingenuidad en Borges, pero
sí inocencia: una palabra original, pobre
y genial como la de un niño adámico, no
arrancada todavía de su singularidad ni
sofocada por capas de sintaxis secundarias; algo del lenguaje anterior a la caída.
¿Qué dice ese lenguaje nuevo y mejor? La primera respuesta es, inevitablemente, tautológica: ese lenguaje nuevo y
mejor sólo se dice en la poesía de Bor-
ges; su literatura es ese lenguaje. Sencillamente, hemos de volver a su obra para
que ella diga eso inaudito a lo que ahora
podemos asistir.
Pero también es evidente que ese
lenguaje ha modificado a quienes lo han
leído o escuchado, y que algo acerca de
esa modificación puede ser dicho.
Hay un verso de Saint-John Perse
que dice así: Pero ¿qué es, oh, qué es eso que
en todo, de repente, falta? Borges parece haber acercado una posible respuesta a esa
hermosa y desgarradora línea de SaintJohn Perse. Porque Borges transformó
la ausencia en inminencia, lo intangible
en innegable.
Ante esto, gracias a Borges, la tensión infructuosa de un deseo desbocado
hacia lo inalcanzable se torna apertura
serena que aguarda el Don.
Detengámonos aquí. No se puede
traducir la literatura de Borges, transponerla a sus efectos. Pero la sabemos y la sentimos asociada a
una forma de esperanza, a esa
rosa ilimitada que el Señor mostrará a mis ojos muertos, a una suerte de nueva e inédita alegría
que surge en nosotros y penetra en esa misteriosa síntesis
de cordialidad e inteligencia a
la que llamamos sensibilidad. •
¿Qué dice ese
lenguaje nuevo y
mejor? Tal vez
si existirá o no aquella
Palabra, forma
de todas las figuras.
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