Revista Foro Ecuménico Social Número 11. 2015 | Page 73

Responsabilidad Social y Ciudadana en nuestro país. Más allá de las distintas estadísticas que se publican, hay aquí una realidad de pobreza estructural, de nuevas pobrezas y de desigualdad creciente, que demandará décadas para ser reducida, requiriendo de esfuerzos privados y públicos consistentes y sostenibles, así como de políticas sociales integrales superadoras de los planes asistenciales, que sirven como respuesta pasajera, pero nunca como políticas de largo plazo. En este contexto, un grupo importante de empresas líderes, han hecho un recorrido interesante siguiendo el ritmo de la agenda global y local en materia de sustentabilidad, implementando con coherencia y continuidad buenas prácticas empresariales, frente a los diferentes “drivers de la sostenibilidad”, en un entorno económico complejo donde lo urgente y lo coyuntural se impone, muchas veces, a la visión de largo plazo. Este recorrido empresario se demuestra con avances en la adopción de códigos éticos o de conducta, en gestión ambiental y en la formalización y adopción de políticas ambientales, en el manejo ecoeficiente de los insumos y la gestión adecuada de residuos, en el desarrollo de estrategias y programas de inversión social, proyectos de negocios inclusivos, así como en la comunicación del desempeño a través de la elaboración de reportes de sostenibilidad. Actualmente se ve un crecimiento en la utilización de los indicadores de tercera generación (huella de agua y de carbono); una revalorización de los ecosistemas y su diversidad biológica, y una mayor integración de los Sistemas de Gestión al incorporar nuevos esquemas conceptuales, como la ISO 26.000. Lo que aún se mantiene como un gran desafío pendiente, entre otras cosas, es la profundización de la articulación público-privada, más allá de experiencias puntuales. Esta relación aún es débil, probablemente recelosa y prejuiciosa, lo cual no escapa a la realidad de los países menos desarrollados. En este sentido, un mejor marco institucional y una mejor calidad de gobierno elevan los entornos en los que las empresas desarrollan sus negocios. Claramente a las sociedades les va mejor cuando los países tienen una agenda de desarrollo más ordenada, y cuando existe capacidad de analizar políticas públicas atendiendo los efectos a largo plazo de las decisiones. Más allá de la evolución positiva del sector empresarial en materia de sostenibilidad, se advierte una brecha importante entre la visión de lo que se ha hecho y las necesidades y expectativas que los ciudadanos tienen respecto al rol que las empresas deben desempeñar en una sociedad. ¿Cómo minimizar esta brecha? La clave está en el dirigente de empresa. El impacto de cualquier buen programa corporativo será marginal en modificar la realidad si antes los dirigentes de empresa no modifican radicalmente su mirada y actúan en consecuencia. Las empresas tienen una dimensión política, económica y social relevante; esto significa que sus dirigentes pueden ser considerados “dirigentes de la sociedad”, lo cual exige un liderazgo diferente, que trascienda a la propia empresa o incluso al sector. • Gómez, Cristiani y Poirier Lo que aún se mantiene como un gran desafío pendiente, entre otras cosas, es la profundización de la articulación público-privada. Texto completo en: atriodelosgentiles.com.ar FORO •71