Revista Foro Ecuménico Social Número 11. 2015 | Page 21
Atrio de los Gentiles en la Argentina
en el Atrio de los Gentiles y han ofrecido, en las distintas y variadas mesas de
diálogo, todos sus conocimientos con
mucha sabiduría generada y lograda por
años y años de estudio y de trabajo intelectual.
Realmente, como no estar agradecidos por todas estas personas –Ravasi,
María Kodama, Zamagni, Kliksberg, Almagro, Kovadloff, Goldman, Navarro,
Poirier, Fernández, Gómez, Pol, Romano Sued– y tantos otros que han donado su tiempo y sus conocimientos en un
clima de encuentro y de relación donde
pude palpar con mano y corazón cuanto
es verdadero y que a mí siempre me ha
iluminado lo que, en la encíclica Que todos
sean Uno, escribió, años atrás, San Juan
Pablo II: “El diálogo es antes que todo un intercambio de dones”.
Recuerdo el trabajo preparatorio al
Atrio, desde marzo hasta noviembre.
Gonzalo Verdomar Weiss, por su gran
capacidad de relación, convocó a destacados representantes del mundo empresarial, de la cultura y de los medios de
comunicación social. En la apertura del
Atrio, en el Teatro Colón, se entregó al
Cardenal Ravasi y a todos los presentes
el libro “Un Diálogo entre todos”, donde,
come escribe Verdomar Weiss en la introducción: “...los integrantes del Consejo nos
encontramos con el interrogante de qué es y qué
significa ‘la cultura’ en la Argentina... Se tomó
como valiosa propuesta de uno de los integrantes de editar en una publicación un conjunto de
reflexiones que permitan ‘pensar la sociedad de
hoy desde la Argentina futura’”. Pero sobretodo, agregó, “fue una experiencia alentadora
de diálogo y esfuerzo compartido y este libro es
expresión de ese trabajo”.
Pienso en nuestro caminar de estos
años, desde el 2001, en que el Foro Ecuménico Social comenzó a dar sus primeros y tímidos pasos y que Fernando
Flores supo llevar con constancia te-
naz y mucha sabiduría, acompañado
por los aportes preciosos y fuertes de
Gonzalo, Juanita Ceballos, Theresa Varela, David George, Tomás Mackey, Daniel Goldman, Omar Abu Arab, Natalia
Hopkins, Pablo Corletti, Baltazar Ojea,
y de tantos otros compañeros, con los
cuales hemos ido estrechando vínculos de amistad, de respeto y de fraternidad. Realizar en la Argentina el Atrio,
feliz intuición del Papa Emérito Benedicto XVI, seguramente inspirada por
Dios, ha sido como una natural consecuencia de todo este andar de estos años
de nuestro Foro. También el Atrio fue
una contribución pequeña, pero real y
verdadera, para crear esta cultura de encuentro y de relación que el Papa Francisco, con su vida, gestos y palabras, está
pregonando de una manera incansable.
Personalmente viví los días del Atrio
con una profunda alegría interior que,
mas allá de todo lo que se iba compartiendo, era ver cómo personas de distintas extracciones culturales y sociales, de
distintos credos y formación religiosa, o
no religiosa, tuvieron la audacia y la inteligencia de dialogar, compartir y valorarse mutuamente.
La otra nota que ha dado una tonalidad muy particular al Atrio fue la entusiasta y bella participación de artistas
en la exposición de sus obras en la Universidad Católica Argentina y en el Centro Cultural Borges.
Fue una demostración cabal y visible,
como nos ha transmitido Saint-Exupéry, en su obra
El Principito que “...
lo esencial (lo trascendente) es invisible a los
ojos...”.
¿Y como no recordar la estupenda
Si alguien pensó
que el Atrio es para
una elite, ha sido
rotundamente
desmentido.
FORO
•21