Revista Foro Ecuménico Social Número 10. 2013 | Page 49
Crisis ética y economía
Existe un debate conceptual en las organizaciones del tercer sector de que ganar
dinero con los más pobres es inmoral.
Sin embargo, los enfoques tradicionales (cooperación al desarrollo y fondos
asistencialistas) cada vez son menos sostenibles. La economía social tiene que
ser sostenible en el medio y largo plazo sino estaremos malgastando recursos, lo importante de un proyecto es que
perdure en el tiempo y sea autofinanciable. Por eso, la entrada de nuevos actores provenientes de la economía formal
y de mercado, ofrece nuevas posibilidades, teniendo el potencial de aumentar la
competencia, bajar los precios y aumentar las opciones de los consumidores de
menos recursos a través de productos y
servicios que anteriormente no estaban
disponibles o eran incosteables.
2. ¿Cómo es posible aplicar la economía
de mercado a los más pobres de entre los
pobres?
Este es un argumento que he oído muchas veces y que, además, se refuerza con este otro: ¿pero cómo es posible que, con el dinero que tienes o que
gana tu empresa, no ayudes a causas sociales? Sin embargo esta visión es limitada, no sólo porque en tiempos de crisis
las ayudas directas (bien en patrocinios
corporativos, bien en fondos de desarrollo) van desapareciendo, sino también
porque es posible crear soluciones para
los más desfavorecidos que NO paguen
ellos directamente, sino que se financien
por un amplio conjunto de actores, públicos o privados, y se vinculen a ejecuciones de servicios públicos (por ejemplo, servicios de salud). Un ejemplo de
este modelo es DOAFUND, que es una
herramienta para ayudar a familias con
problemas económicos en sus pagos hipotecarios y poder evitar así los problemas de desahucios.
3. “Como soy social, tengo que tener
una estructura de gestión de tipo social”.
La estructura de gobierno de ONG y
de cooperativas, a menudo dificultan el
proceso de toma de decisiones y su ejecución, lo que suele generar desconfianza entre posibles inversores o “business
angels” que prefieren invertir en aquellas empresas con fines sociales que, al
menos, aseguren unos rendimientos razonables al capital, invertido. Por eso,
cada vez hay más iniciativas, como el Social Stock Exchange inglés, un índice que
quiere ser “el lugar que conecta los negocios con impacto social con los inversores que buscan generar un cambio social o ambiental junto con un retorno
financiero de su inversión”.
Cada vez hay más
organizaciones de
la economía social que
están entrando
en la economía
de mercado para
buscar ingresos que
les permitan seguir
con sus fines sociales.
Este punto cobra aún
mayor importancia
con la crisis.
4. “Las organizaciones sociales no buscamos el ánimo de lucro, y nuestro criterio de retorno debe ser social, no económico”.
Para muchas organizaciones sociales el
ánimo de lucro es “anatema”. Sin embargo, no caen en la cuenta de que el problema no es el lucro: el problema es que sin
fuentes sostenibles de ingresos la organización se ve abocada al cierre, lo que genera un daño superior. Y todavía más: el
problema es qué hacer con el lucro. Por
eso, cada vez hay más organizaciones
de la economía social que están entrando en la economía de mercado para
buscar ingresos que les permitan seguir con sus fines sociales. Este punto cobra
aún mayor importancia con la crisis en
la que nos encontramos inmersos
donde la sostenibilidad de la economía social es
una necesidad
indiscutible.
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