Revista Foro Ecuménico Social Número 10. 2013 | Page 33
Diálogo Intercultural
pregunta. Lo hace comentando la palabra bíblica ephhápax (“una vez por todas”, “de una vez para siempre”): Si esta
pregunta ha de recibir respuesta de la Biblia
tiene que darse necesariamente en el horizonte
de la existencia dramática y de su problematicidad, para hacerse comprensible al hombre. Esto
significa que en la figura de la dramática pregunta humana está ya la dramática respuesta
divina. Un “está” que se da “de una vez por todas” (ephhápax), no como algo que flota en la
corriente de las sucesivas situaciones históricas,
sino como algo que las envuelve en su horizonte. La pregunta alcanza su culmen trascendente,
como horizonte insuperable, en el grito abismático de la cruz. Es el reverso de toda resignación
religiosa que se diluye en un horizonte absoluto,
pero sin dramatis mo [...] Y sobre este grito estalla, desde el horizonte silente, el relampagueo de
una acción decisoria: el paso del Sábado Santo
a Pascua. Es respuesta contemporánea a todos
los tiempos, porque acontece tanto en el tiempo
oportuno (como respuesta a este grito), como en
el tiempo final y definitivo (en cuanto respuesta a todos los gritos). No puede dejar de ser actual porque es plenamente acto, aunque no se
haga actual más que allí donde se representa y
se plantea la pregunta con dramatismo. Según
esto ephhápax significa exactamente: respuesta única a todas las veces del preguntar, y no:
respuesta acumulable y sabida de una vez por
todas y como si la pregunta sobrase. Hay que
preguntar y representar ahora, hay un demasiado tarde.19
“Sufro ahora”; “¿de qué me sirve?”.
Drama y pregunta ante Cristo, otro sufriente, del que no todos parecen dar ra-
zón, pero cuyo rostro hay que seguir
buscando.
Borges siempre aspiró a una Palabra,
vedada a los hombres, que sólo pueden
aludirla, capaz de contener y pronunciar
la totalidad de la realidad y de su forma
bella. Cristo, más de una vez, es asociado por Borges a esta palabra. En Mateo
XXV, 3020, que es una imaginación sobre unas palabras de Cristo acerca del
Juicio, su voz infinita / dijo estas cosas (estas cosas, no estas palabras, / que son mi pobre traducción temporal de una sola palabra).
Se enumeran luego, dentro de esa palabra, un montón de cosas heterogéneas
concedidas al poeta a lo largo del tiempo, para terminar así: has gastado los años
y te han gastado, / y todavía no has escrito el
poema. Esta voz infinita es la misma Boca
inapelable que no necesita de otras representaciones que la de su propia palabra,
y es la voz inconcebible que un día juzgará a
todos los seres, que aparece en la ya citada poesía Lucas XXIII21 y le concede al
buen ladrón el paraíso. Borges se aplica a sí mismo esta voz de un modo más
exigente porque se sitúa ante ella desde
lo más profundo de su existencia: su ser
poeta. (Sabe, sin embargo, en su último
libro, que Cristo puede decir esto: Si algo
ha quedado de tu culpa, yo cargaré con ella22).
La belleza es una palabra que
dice cosas que sólo ella puede decir. Borges no la desconoció y,
no pocas veces, la percibió y
la pronunció ante la imagen
de Jesús crucificado. •
19
Teodramática (vol. I). Hans Urs von Balthasar. Ediciones Encuentro. Madrid. 1990. p. 25. Ephhápax,
por ejemplo, en Hb.7,27; 9,12; 10,10; Rom.6,10.
20
OP.188.
21
Respectivamente: OP. 178, 151.
22
OC.II, p.489.
A lo largo de toda
la obra de Borges hay
un raro equilibrio
entre la idea de
que cada hombre
puede ser todos,
de que cada vida
puede ser vivida en
nombre de otro, de
que un hombre puede
ser todos los hombres
o todo para todos,
como el Apóstol, y la
idea de que esto no
desdibuja, sobre todo
en el momento
del sufrimiento,
la identidad.
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