Revista Foro Ecuménico Social Número 10. 2013 | Page 17

Diálogo Intercultural Un Dios que habita en los ríos, que se enseñorea majestuoso en los crepúsculos dorados, que es reclamado en un Padrenuestro, (“rezo de la vida sencilla” que corre por el campo y se sumerge en el mar), un Dios que se insinúa como promesa incumplida en el amor de una mujer. En definitiva, es la fe propia del vitalismo latinoamericano que Neruda no pudo arrancar de su alma chilena, y que muy bien expresaba el padre Tello: dad en Cristo. Lo buscan como fuente de vida” (DA 351). Este “vitalismo” latinoamericano ha sido destacado por muchos pensadores y varios escritores latinoamericanos son marcadamente vitalistas, como Alejo Carpentier, Octavio Paz y tantos otros. Aparece, por ejemplo, de un modo muy significativo, en el discurso de Gabriel García Márquez cuando le entregaron el premio Nobel de Literatura: El hombre culto, Para la cultura de origen europeo, el cristianismo era primordialmente salvacionista; para la cultura indoamericana la religión es inmediatamente estructurante de la vida de los hombres y sólo mediatamente toma un sesgo salvacionista, porque la vida de los hombres necesita ser salvada [...] Las virtudes teologales elevan hasta la vida divina pero sin destruir –al contrario, fortaleciendo– la vitalidad humana.2 Frente a la opresión, el saqueo y el abandono, nuestra respuesta es la vida. Ni los diluvios, ni las pestes, ni las hambrunas, ni los cataclismos, ni siquiera las guerras eternas a través de los siglos y los siglos han conseguido reducir la ventaja tenaz de la vida sobre la muerte [...]. Una nueva y arrasadora utopía de la vida, donde nadie pueda decidir por otros hasta la forma de morir, donde de veras sea cierto el amor y sea posible la felicidad, y donde las estirpes condenadas a cien años de soledad tengan por fin y para siempre una segunda o portunidad en esta tierra.3 no reflexionar, Esta fe vitalista impregna la cultura popular y de ese modo vive espontáneamente en el corazón de Neruda, sin que su paso por el marxismo pudiera apagarla. Neruda bebe de un inconsciente colectivo profundamente religioso. En todo caso, las influencias de ateísmos y agnosticismos modernos han logrado que dejara de nombrarlo, pero no pudieron evitar que reapareciera en un corazón madurado por el dolor. La V Conferencia del Episcopado Latinoamericano en Aparecida (2007) reconoce que estamos en un Continente marcado por los deseos de vida, se hace eco permanentemente de este vitalismo de nuestros pueblos. Por eso presenta a Dios como fuente de vida: “Nuestros pueblos no quieren andar por sombras de muerte; tienen sed de vida y felici- ilustrado, aparentemente agnóstico, convive con una fe sencilla, que comparte el alma profunda del pueblo latinoamericano. Dios es así un gran supuesto, sobre el cual él prefiere pero que aflora sin esfuerzo. Mucho de esto subyace en el alma de Neruda. Cómo no va a expresar su discreta relación con Dios de modo vitalista, si lo que más lo moviliza –el amor de la mujer– se expresa con metáforas que son pura vida: He dormido contigo. Y al despertar, tu boca salida de tu sueño me dio el sabor de tierra, de agua marina, de algas, del fondo de tu vida (Noche en la isla, VC). Pero no podría valorarse adecuadamente esta discreta religiosidad 2 R. Tello, Nueva Evangelización. Anexo I, inédito, en mi archivo personal, 52-53. 3 G. García Márquez, Discurso ante la Academia Sueca, al recibir el premio Nobel de Literatura en 1982; citado por V. Codina en Creo en el Espíritu Santo, Santander, 1994,181. FORO •35