Revista Foro Ecuménico Social Número 10. 2013 | Page 105
Inserción laboral de jóvenes
Luis María Ocampo
Oportunidad
Presidente del Centro de Estudios y Acción Social (CEAS)
La etimología de la palabra viene
del dios romano Portunus, protector de
los puertos, y detalle más detalle menos,
se incorporó al lenguaje naviero como
“oportunidad” cuando el viento soplaba
de popa y permitía luego de varios meses
de navegación que los navegantes ingresaran sanos y salvos al puerto. Contrariamente “inoportunidad” era el viento
de proa que obligaba a permanecer afuera con las ansiedades propias del marino
que desea amarrar lo antes posible.
En nuestro lenguaje actual lo utilizamos muchísimo y criollamente lo entendemos como “chance”.
Al poco de pensar retrospectivamente, vemos que nuestra vida está llena de
oportunidades/chances que nos han
dado, principalmente desde la familia,
los amigos, nuestros entornos geográficos y existenciales, desde los retos recibidos cuando niños (“te voy a dar otra
oportunidad”)... Muchos crecimos con
este “viento favorable de popa” que nos
permitió construir un proyecto de vida y
llegar a ser quienes somos.
Entiendo las dinámicas sociales
como esto mismo. Nuestras familias, organizaciones, empresas se valoran cuando son usinas de viento favorable, de
opportunitas, de aliento, de crear posibilidades para el desarrollo y por sobre todo
avivar “la llama que arde débilmente”.
A poco de realizar una mirada sobre
nuestras periferias existenciales, nos encontramos con jóvenes y ancianos, varo-
nes y mujeres que no tuvieron ese plus
de oportunidad o esa chance para su desarrollo. Ya sea porque la olla fue escasa en la niñez, ya por las dificultades de
los padres, ya por geografía de pobreza
o por tantas y tantas causas que cotidianamente encontramos.
Hace poco José (19 años) habitante de una villa de Mar del Plata y que
había participado en las capacitaciones del programa de inclusión laboral
(CEAS-FES) volvió a su casa con diploma y trabajo formal. En su precaria casa
la mamá lloraba inconteniblemente de
emoción. El joven tuvo su viento favorable, estará ahora en él desplegar las velas
para llegar a buen puerto.
Durante años he compartido techo y pan con adolescentes y jóvenes
y actualmente desde otro lugar sigo
acompañando trayectorias vitales;
debo confesar en estas líneas
que no siempre el final es feliz. Llevo en mi alma las heridas de muchas vidas que,
siguiendo con los términos marinos, están encalladas, al garete y también
naufragadas.
En la campaña electoral de octubre una agrupación pegó un cartel que decía
“ser marplatense es pelear contra viento
y marea”. Enseguida llamé a España a Juan, hijo del corazón desde
que tenía 12 años, para comentár-
Desde una mísera
casilla en la villa con
padrastro alcohólico y
golpeador hoy triunfa
en sus labores
poniendo una
enorme energía y
espíritu emprendedor.
Así podría decir
de muchos que
aprovecharon
las oportunidades.
FORO
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