Revista EntreClases Febrero 2018 | Page 8

También hay casos que marcan, pero en lo positivo. Brave es un cachorrito de galgo al que habían golpeado en la cabeza y lo habían arrojado a un contenedor. Llegó muy mal a la clínica veterinaria. A pesar de todo, decidimos que había que intentarlo, Brave se merecía una segunda oportunidad. Recuerdo cuando le hacía sus tortillitas de clara de huevo. Debido a sus daños neurológicos, no coordinaba y me mordía con sus dientecillos afilados cuando cogía con tantas ganas los trozos de tortilla. Cuando ya su vida no corría peligro, se fue a una casa de acogida. Hoy en día vive felizmente adoptado con su familia, corriendo y jugando como buen cachorro que es.

Cuando cerró la perrera, mis amigos y yo volvimos a casa, pero yo no podía pensar en otra cosa más que en aquellos animales, a los que ya había cogido un enorme cariño.

Todos los días que podía iba allí, y me venía a casa feliz, porque los había ayudado. Así es como pasé a formar parte del Batallón Perruno.

El Batallón Perruno es un grupo de voluntarios cuya función es ayudar a los perros que se encuentran en el Centro Zoosanitario, llevado por el Ayuntamiento de Mérida. Nuestras funciones son de lo más variadas: paseamos a los peludos, tramitamos adopciones y acogidas, les complementamos su dieta con el preparado que antes mencioné, los llevamos al veterinario cuando lo necesitan, rescatamos de la calle a perros que han sido abandonados por sus dueños, e incluso los hacemos llegar mediante viajes solidarios o por nosotros mismos a sus futuras familias fuera de la ciudad de Mérida.

Cada día nos esperan casos de todos los tipos. Unos marcan de manera negativa, como el de Fénix. Era un husky siberiano rescatado de una casa, donde lo tenían en una bañera rodeado de sus propias heces y su orina. Estaba lleno de larvas y apenas podía ponerse en pie. Lo sacamos de ese infierno, lo ingresamos en la clínica veterinaria. Fénix tenía una mancha en el cerebro, algo que era irrecuperable. El Batallón y su casa de acogida le dimos la mejor vida posible durante ese corto tiempo, pero al menos pudo conocer el cariño de una caricia o un plato de comida con su aceite de salmón que tanto le gustaba.