Revista Elevación. La revista de la EESO N° 418 - Ceres Numero 1- De manera digital - Año 2016 - Ceres | Page 17

RINCÓN LITETARIO “Una salvación inexplicable” Era pleno Julio y la lluvia no cesaba. El ruido de las gotas caer, el aroma triste y el recuerdo de viejos tiempos, llegaron hacia ella, cansada, agotada de todo, sentada en el pasillo de su casa, con la frente contra las rodillas, pensando en todo. Ella era Paula, no era una chica corriente, vivía en su mundo, creaba sus propias leyes, y le gustaba. No tenía amigos, era hija única, morocha y con grandes ojos verdes. La soledad ya se había hecho parte de su piel, siempre sola, más se rodeaba de gente, más sola estaba. Los días se hacían largos y las noches, infinitas, horas y horas sin dormir, pensando en sí misma, en su futuro, en sus padres y sus largas discusiones, en cómo se le reían, y cómo la trataban de loca, sin nadie conocerla de verdad, sin nadie saber lo buena que era, que tocaba el piano, que amaba los animales y tantas otras cosas. La realidad, se había acostumbrado a esa soledad. Un día, a diferencia de los demás, decidió ir caminando a su clase de piano, y sinceramente no se podría decir si fue la peor, o quizás, la mejor decisión que tomo. Cruzaba la plaza, observando los arboles desnudos, sus hojas en el piso y escuchando el viento susurrarle al oído. El frio, la escarcha en los bancos, sus nudillos congelados, los vidrios empañados, los grandes abrigos, su pelo suelto, enredándose, el agua en los cordones, un niño aprendiendo a caminar, una pareja de ancianos hablando despacio y cariñosamente, era realmente un hermoso paisaje. Pero de repente, un conductor alcoholizado, no vio a Paula, y la chocó. Tirada en el suelo, ensangrentada, dormida, pero consciente, sintió todo, el ruido de las ambulancias, la gente alrededor, asustada, el paramédico intentando reanimarla, llegaron al hospital, escucho la voz de su madre, desesperada, llorando y sin entender nada. Paula quedó en coma, no despertó, pero escuchaba y sentía hasta las voces de los médicos hablando de ella, creyendo que jamás despertaría, preocupados y algunos hasta dándose por vencidos. Pasaron meses y ella no podía volver, sentía tristeza al ver a sus padres preocupados, pero al mismo tiempo, estaba en un mundo increíble, se veía, rodeada de buenas personas, gatos, amorosos, peludos y gordos, disfrutaba su adolescencia, sin sentirse mal por nada, pero como dije, era un mundo increíble, solo un sueño, que si seguía así, jamás se cumpliría. Una tarde llegó al hospital un joven, rogando verla. Sus padres algo confusos, ya cansados de su penosa situación, lo dejaron pasar solo unos minutos. El joven entró a la habitación y tomó una mano de Paula, observó sus finos dedos y sus hermosas uñas, sacó una carta de su bolsillo y la leyó en voz alta: