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Tras la victoria de Mandela en la presidencia, muchas personas se identificaron con el deseo
de venganza
y creían
que su
momento de
imperar sobre
las poblaciones blancas del
país había llegado. Como
respuesta de ese impulso general, grandes turbas se dirigieron a la Church Square, la plaza principal de la capital ejecutiva Pretoria, a derribar los monumentos del Apartheid.
La plaza tenía dos estatuas a cada lado y una en el centro, representando a distintas personalidades importantes en la instauración de la república y en la creación del Apartheid.
Mandela, al enterarse de
los acontecimientos,
se dirigió rápidamente
a la plaza a contener
los ánimos de la
población. Al llegar, las
turbas ya habían tumbado las ocho
estatuas de los lados y estaban
listos para acabar con la estatua
central, en honor al primer
presidente de Sudáfrica Paul Kruger.
No obstante Mandela pidió que dejaran los monumentos en su sitio, debido a que las personas que estaban allí representadas habían tenido una importancia crucial en la historia de Sudáfrica y que, en caso de ser eliminadas, el país estaría perdiendo parte de su historia.
Después, algunos de los manifestantes preguntaron a Mandela si lo que debían hacer era volver a poner las estatuas en su lugar original, a lo que les contestó que tampoco sería correcto, debido a que ese evento ya era parte también de la historia del país y que en consecuencia había que dejar la plaza
así. Actualmente la plaza
permanece con una
estatua en el medio
y ocho pedestales
vacíos a los lados.