FELANITX “Mi padre se vino a Chile en 1922; tenía 17 años y pocas ganas de entrar a la
milicia a luchar en una guerra impopular contra Marruecos, que no acababa
nunca. Era la opción para muchos jóvenes a esa edad. Recién en 1960 él
volvió a su terruño. Se quedó allá seis meses, se despidió de su madre, y
nunca más regresó. Siempre guardó la imagen de su pueblo, con gente
sencilla, las caminatas interminables, las conversaciones con el zapatero,
en fin. Acá en Chile nunca lo escuché hablar en mallorquín; sin embargo,
cuando pisó las Baleares, solo habló en ese idioma”, relata Eduardo Barceló,
quien en 1980 viajó por primera vez a la tierra de sus ancestros, donde ha
regresado en cuatro oportunidades.
En esta ciudad balear, desde donde emigraron
muchos a Chile, siguen cultivando sus tradiciones,
y sus añosas construcciones permanecen con sus
estructuras intactas. La modernidad va por dentro. Algo muy típico y que no se ha perdido con el tiempo es el ciclismo. Las
planicies del lugar invitan a practicar este deporte. No en vano han salido
de allí buenos pedalistas. Su máximo exponente es Guillermo Timoner
Obrador, hoy de 92 años, quien en seis oportunidades obtuvo el título
mundial de ciclismo en la prueba de medio fondo. En su ciudad mallorquina
aún existe una tienda de deportes con su nombre.
De donde venimos
mantiene su fachada
S
ituada al sudeste de la isla de Mallorca, en la comunidad autónoma de
las Baleares, se encuentra Felanitx. Esta ciudad española de la comarca
de Migjorn -que colinda con Santanyí, Campos, Porreras, Villafranca de
Bonany y Manacor- no cuenta con más de 18 mil habitantes, los que se
multiplican en la época estival con el turismo que invade la zona.
Su nombre procede del latín, Fenales, que significa “terrenos de heno” y su
superficie no supera los 170 km cuadrados. Su punto más alto es el monte
San Salvador (509 m), que alberga a un monasterio del mismo nombre. Otras
cumbres importantes son Sa Comuna (429 m) y el Castillo de Santueri (408
m), en cuya cima se encuentra una fortaleza utilizada antes de la conquista
de la isla por parte de Jaime I de Aragón.
A fines del siglo XIX comenzó fuerte la emigración balear a América. Y
entre los que escogieron Chile como su destino figuraron, entre otros, José
Obrador Garau, quien se estableció en Coquimbo con una importante
tienda de calzados, y fue generoso en enseñar su oficio a varios compatriotas
de Felanitx, como Sebastián Rodillo Espósito, Juan Obrador Serra y Jaime
Barceló Rigo. Este último -padre del socio Eduardo Barceló- probó
después con su propio emprendimiento.
“La última vez fue en 2015. El pueblo sigue siendo el mismo; algunas casas
las han remodelado como negocios, pero en general mantiene su esencia.
Ha llegado la modernidad, por supuesto, con sucursales bancarias y todo
eso, pero la fisonomía es muy reconocible, la estructura de las casas por
fuera es exactamente igual. Por dentro están refaccionadas y muy cuidadas”,
recalca Barceló, quien conserva en la isla primos y sobrinos. “Algunos de
ellos siguen bailando danzas tradicionales, que son un verdadero ritual en
Felanitx. Se está potenciando mucho volver al origen”.
Quien también le ha dado fama a este rincón de las Baleares es el pintor
y escultor Miquel Barceló Artigues, que suma reconocidos trabajos y
galardones, como el Premio Príncipe de Asturias de las Artes, recibido en
2003. Entre sus obras figuran una capilla en la catedral de Mallorca, y la
decoración de la cúpula en una de las salas del Palacio de las Naciones
Unidas en Ginebra.
Eduardo Barceló –quien aclara que su familia no tiene lazo sanguíneo con
el artista- recuerda que hace varias décadas Manacor era parte de Felanitx.
Pero esa zona vecina creció rápidamente de la mano de la industrialización
de las perlas Majóricas. La fama también alcanzó para que en Felanitx se
comercializaran las gemas mallorquinas a una escala inferior. “Hasta hace
diez años todavía existían locales pequeños. Hoy ya casi no quedan. La
gente en Felanitx vive del turismo, los materiales de construcción como
piedras y baldosas, el vino y otros”.
En cuanto a los festejos, la tradición se ha mantenido, especialmente con
la veneración a sus patronos. Cada 20 de julio se sigue celebrando a Santa
Margarita y los 28 de agosto son dedicados a San Agustín,
una fiesta
que ha retomado fuerza en los últimos años.
Otros emigrantes de Felanitx llegaron también a
Valparaíso, pero el mayor contingente probó
suerte en el norte, antes de trasladarse
algunos a Santiago. Miembros de las
familias Andreu, Artigues, Gomila,
Bauzá, Fuster, Grimalt, Nadal y
Prohens, entre mucha otras,
tienen sus raíces en esa isla
española.
19