Revista EESPAÑOL 15 | Page 14

Urdiendo historias gallegas El “Lar” tiene sus orígenes en el siglo pasado, cuando cientos de emigrantes buscaron en Chile un rincón para hilar la vida de sus familias. h ace más de un siglo, –entre 1900 y 1955- un grupo importante de emigrantes gallegos llegaron a Chile buscando un mejor horizonte. La pobreza, el mono cultivo de las tierras, las pocas expectativas de surgir, y luego la Guerra Civil, fueron factores relevantes para que varios dejaran Galicia. A esto se sumó la propaganda de viajes organizados por agencias, que sembraron en ellos el ánimo aventurero. Ya un siglo antes habían llegado algunos gallegos; pero la lejanía, el transporte, la Cordillera de Los Andes –cual muralla infinita- habían dejado a un buen contingente en Argentina, Uruguay o Cuba, donde organizaron sus vidas. Tampoco habían servido mucho las campañas del gobierno chileno para captar emigrantes. Sin embargo, unos 300 oriundos de Chaguazoso, un pequeño pueblo de agricultores, se atrevieron a probar suerte en Chile, al igual que algunos emigrantes de Rivadavia, Carracedo, La Coruña, Pontevedra, Lugo, Orense y la Peroja, entre otros. Padres, abuelos, tíos y otros familiares, contagiados por una anhelada y prometida bonanza, contribuyeron a agrandar la cadena migratoria, sumando unos 3.000 gallegos. Y no fue menor el legado que dejaron en el país a las generaciones posteriores: negocios, industrias, comercio y campos agrícolas los obtuvieron gracias al esfuerzo y la perseverancia. Todavía hay negocios vigentes que se crearon en 1891, 1904 y posteriores, que reflejan ese espíritu. No a todos les fue tan bien en la vida como emigrantes en Chile, pero en su mayoría tuvieron un buen pasar. Una instancia de encuentro era necesaria y el sueño fue tomando forma, con 192 asociados que trabajaron por contar con un centro que los representara y los “transportara” a su terriña. Así, el 17 de octubre de 1915, se fundó en Santiago el Centro Gallego, cuyo primer directorio fue presidido por Enrique Martínez, apoyado por una decena de compatriotas que buscaban perpetuar en Chile los aires y tradiciones de Galicia. Otros grupos de dirigentes también fueron abriendo caminos, como Antonio Pérez González, quien continuó con la Colectividad Gallega. Le siguieron José Domínguez Diéguez., Manuel González Fernández, Severo Marino Gil, César Cifuentes Sánchez, y, actualmente, María Myriam Marín. Aunque la gestación de rebautizar la agrupación la venían analizando desde 1964, recién el 10 de noviembre de 1967 se constituyó la Corporación Lar Gallego Chile, sin fines de lucro, y dedicada esencialmente a reunir a emigrantes gallegos para realizar actividades sociales y culturales. El objetivo era fomentar las tradiciones de sus antepasados. En esa época, no había una banda de gaiteros y bailarines profesionales -como hoy, con Beira do Mar y Terra Meiga-, pero sí en los salones de la Unión Española se reunía un grupo de aficionados al son de la gaita y el tambor, para celebrar fechas importantes. Según un integrante del actual directorio del Lar Gallego, “la idea es tener la capacidad de llegar a ser sostenible y sustentable en el tiempo, con el apoyo de la comunidad. Sin la colaboración de la Colectividad Gallega, en general, y de todos los que la componen no es posible subsistir. Siendo creativos, proactivos y austeros, se puede permanecer en el tiempo. Nuestra consigna es trabajar y trabajar, menos palabras y más acción”. Entre los aportes recientes del Lar Gallego figura la creación de un informativo para los Nuevos Emigrantes, con todo tipo de datos de utilidad. Asimismo, reciben currículos de emigrantes que llegan a Chile y los hacen circular entre los asociados, empresas conocidas, el CRE -Consejo de Residentes Españoles-, y otros centros en Chile, organizados en la Asociación de Instituciones Españolas de Chile, AIECh. Sin duda, Galicia no se queda en el pasado. Más bien es el presente y el futuro, en el corazón de muchos españoles y sus descendientes. 14