REVISTA DIRECCIÓN DE PROYECTOS PMI PANAMÁ ABRIL 2017 | Page 14

sin olvidar que la Gestión del conocimiento es el proceso por el cual una organización, facilita la trasmisión de informaciones y habilidades a sus empleados, de una manera sistemática y eficiente, se debe resaltar que, para lograr materializar los beneficios de este esquema, las empresas se ven en la responsabilidad de desarrollar metodologías que permitan el trabajo conjunto y coordinado de varias disciplinas en este campo (Escalante, Salazar, Gómez, & Gómez 2014).

De acuerdo a las anteriores interpretaciones, la tarea principal a partir de la gestión del conocimiento consiste en la implementación de métodos que permitan inicialmente, identificar las posibles fuentes de conocimiento y a partir de estas identificar debilidades, fortalezas, amenazas, oportunidades y experiencias exitosas en un entorno de dominio del problema. En palabra de Benavides (2010), esta tarea debe contar con un recurso humano integrado quienes deben aportar de manera inductiva en este proceso. Entonces se puede pensar también en un sistema de gestión de calidad que garantice como los elementos del PHVA aporten a partir de una capacidad metodológica que permita recopilar, categorizar y filtrar la información vital y hacer de ella conocimiento operativo. La administración o gerencia de forma sistemática del conocimiento tiene su origen en la teoría de la administración científica de Taylor (1911), quien propuso aplicar el conocimiento científico, en oposición al empirismo, para mejorar la actividad de los trabajadores.

Sin embargo, no consideró la importancia de aprovechar las experiencias y las actitudes de los trabajadores como fuentes de nuevo conocimiento, aspectos que luego fueron tomados en cuenta por la teoría de las relaciones humanas liderada por Mayo (1933, en Nonaka y Takeuchi, 1999), pero que, al igual que la teoría antecesora, no reconoció la importancia de la creación de nuevo conocimiento para la dinámica organizacional, rasgo que seguirá ausente en teorías posteriores, como es el caso de las teorías de la información y de las decisiones y la de la estrategia de Ansoff (1964), que aunque reconocen parcialmente la importancia del conocimiento como recurso crítico y estratégico para el desempeño de las organizaciones, se limitan a considerarlo como un recurso de importancia únicamente para los directivos, es decir, para aquellos con capacidad de tomar decisiones, promover y transformar las organizaciones (Torres, González & Arango, 2014), en el siglo XXI, no ha sido mayor el ajuste al aporte significativo del conocimiento y su gestión para el desarrollo holístico e integral de las organizaciones y sobre todo de los proyectos que se formulen en si normal ejercicio productivo.

A partir de lo afirmado por Cocomá (2008), la gestión del conocimiento debe propender entonces por la representación tal que permita la fácil interpretación o comprensión de cualquier información particular sobre un ámbito específico. La representación del conocimiento, no puede considerarse como conocimiento en sí mismo. Esta representación es información disponible que permite a las personas usarla y aplicarla en actividades concretas. A partir de esta representación, debe ser posible obtener conocimiento tácito y codificado. Hoy en día la gestión de proyectos se está generalizando cada vez más en las actividades de las organizaciones; sin embargo, muchas organizaciones tienen dificultades frente a cómo deben gestionar sus proyectos. La ausencia de buenas métricas para gestionar todo el ciclo del proyecto impide avances, optimización de tiempo, recursos, veracidad y conformidad que el cliente adquiere frente a lo que se le está ofreciendo, entre otros aspectos decisivos para el beneficio de la empresa (Guerrero, 2017). Y entonces, ¿en donde encontrar la información requerida para su gestión?, el conocimiento requerido por cada organización se encuentra en diferentes fuentes, tales como:

1. Las personas, a través de aspectos como sus valores, capacidades, experiencias.

2. La organización a través de su «know How», la experiencia existente en sus rutinas, sus sistemas, sus procesos, su cultura, su estilo de dirección.

3. La tecnología, como sistemas de información que facilitan la creación de conocimiento mejorado o extendido a partir del conocimiento creado por las personas. 4. El entorno o mercado, donde se producen cambios y retos permanentes, tales como, en el campo de acción del negocio, en la cadena de producción donde se actúa, en la conformación de diferentes posibles sistemas de valor para ofrecer productos y servicios nuevos y/o mejorados. En palabras de Díaz (2013), para cada una de estas fuentes de información, el conocimiento debe hacerse explícito y ser administrado, transformado y enriquecido para su uso, con fines que generen valor a las organizaciones; para ello, no sólo es necesario evaluar y re pensar el core de los negocios actuales sino identificar los ramos que la empresa debería considerar en el futuro, las organizaciones necesitan criterios para modificar (crear, mantener o incluso desaparecer) cada uno de sus productos y/o servicios en el momento oportuno y también para mejorar sus procesos (gerenciales, administrativos, de producción y apoyo), lo cual es lo que les permite producir y competir más y mejor (Díaz, 2013), y para lograrlo, per se ya se constituyen proyectos intrínsecos que deben ser gestionados con conocimiento interno y externo para tomar decisiones gerenciales.

Ahora, Escalante, Salazar, Gómez & Gómez, (2014) proponen que con el objetivo de llevar a buen fin la gestión de proyectos es necesario que se cuente con ciertos elementos claves, el conjunto de esos elementos constituye un sistema de gestión de proyectos en el que cada elemento individual se denomina un subsistema. Todos los sistemas se componen de entradas, salidas y un proceso que transforma las entradas en salidas, lo mismo sucede con cada uno de los componentes de un sistema de gestión de proyectos. El sistema de gestión de proyectos consta de siete componentes o subsistemas, que son los siguientes: a. Sistema de planificación. b. Sistema de información. c. Sistema de control. d. Sistema de técnicas y metodologías. e. Sistema de organización. f. Sistema cultural. g. Sistema humano. Entre ellas se incluyen la capacidad para proporcionar liderazgo adecuado a los miembros del equipo; capacidad para negociar los recursos necesarios para el proyecto con los clientes, los miembros del equipo y otros directivos; habilidades para crear un equipo; habilidades de comunicación, y conocimientos de motivación. Un gerente de proyectos necesita menos habilidades técnicas pero mayores habilidades conceptuales (capacidad para tener una perspectiva de conjunto) y mejores habilidades en cuanto a relaciones humanas, conforme se va progresando en el proyecto (Escalante et al 2014).

Se puede concluir entonces que existen múltiples modelos y propuestas metodológicas de gestión de conocimiento, que discurren en proposiciones teóricas holísticas, epistemológicas y otras con alguna orientación práctica que abordan la causa y el efecto del conocimiento en cualquier entorno. Pero son Díaz & Torres (2014) quienes confirman que la integración entre las estrategias de gestión de proyectos y aquellas de gestión de conocimiento juega un papel importante como práctica generadora de conocimientos en la búsqueda de mecanismos para la agregación de valor, sin embargo y aunque existen algunos desarrollos conceptuales avanzados, existen pocas propuestas metodológicas prácticas y sistémicas que hayan podido concretarse, dejando esta integración aun en un marco teórico lleno de definiciones sin piso de aplicabilidad. Pero ¿qué relación sostienen la gestión de proyectos y la gestión de conocimiento? una primera respuesta es la generación de información en la ejecución de las fases o actividades del proyecto, donde se construye para su dominio de problema un repositorio de información a partir de documentos resultantes, que pasan a ser componentes desagrupados de la memoria organizacional. Otra acepción, está dada por la integración de ambos conceptos a través de la vinculación de procesos de gestión de proyectos a la gestión de conocimiento, que refiere a los modelos que se supone tienden a orientar a una aplicación práctica en donde a partir de un derrotero o un plan sistemático para abordar prácticas y actividades se pretende el alcance y desarrollo del proyecto. (Díaz, & Torres 2014).