aplicando totalmente su pensamiento en considerar hermosas algunas formas y cualidades”
(Guerrero, 2008), lo cual implica una reflexión en torno a sus características es decir aquello que
le brinda identidad, sin embargo dicha reflexión no se acota a la identidad puesto el individuo
siente melancolía al no poder poseer aquello que es hermoso”. Como fuerza el amor “se da en
toda la naturaleza” y “hace posible la propia existencia de los seres al tender éstos hacia su
perfección”, el amor es una “fuerza por la que el cuerpo tiende a su propio bien” pero aquello
implica que reconozca lo foránea a sí mismo, establezca sus bondades y las solape a su identidad,
lo cual implica eminentemente la práctica de la alteridad.
Discusión
La discusión planteada por Platón, Aristóteles y Avicena se centra en la composición del
hombre y su relación con el otro. Así, encontramos la identidad como reconocimiento del mismo
y la alteridad como reconocimiento del otro. Ya dichos filósofos plantean la existencia de un
conflicto en el individuo y en la sociedad, cosa que aún se ve en los individuos y sociedades
contemporáneas.
El hecho de que la discusión parte de las características políticas en la antigua Grecia y el
mundo árabe medieval, no se aleja de las condiciones en la sociedad actual, y además lleva a
pensar que lo que se está discutiendo es la conciencia del hombre como “co-hombre”, es decir
como hombre que vive y convive. Por tal motivo, pensar al hombre como producto de su
corporalidad y su espiritualidad es una posición acertada, pero además estas características no se
dan separadas como propone Aristóteles, existe una ligadura entre cuerpo y alma, ya que el
cuerpo representa la liberación del alma.