Revista de Adultez y Senectud 1 | Page 10

EUTANASIA

Hoy en día estas cuestiones se plantean cada vez con mayor crudeza y, de forma específica, cuando afectan al paciente de más edad. La eutanasia, que quiere decir "la buena muerte", está prohibida legalmente en casi todo el mundo. Se trata de la eutanasia activa, que es intervenir directamente para acortar la vida. La reflexión en este punto por el carácter añoso de la persona mayor hace que presente tintes peculiares. Resulta paradójicamente favorable al anciano que su propia ancianidad y, según ella, su previsible mala recuperación lo protejan con frecuencia contra una de las mayores amenazas que se ciernen sobre el paciente moribundo: el encarnizamiento terapéutico, es decir darle más tratamiento, tratamiento innecesario, haciéndole sufrir. En la misma línea, tanto los médicos como el resto del personal sanitario y la familia, acostumbran a ser indulgentes con el anciano y pensárselo dos veces antes de recomendar cualquier tipo de medida de las denominadas extraordinarias.

En sentido contrario, el anciano en mal estado y con toda suerte de dependencias presentes y futuras, se constituye en el sujeto ideal y de alto riesgo para quien tenga la tenta-ción de dar el salto a la eutanasia activa. Sus mecanismos de defensa son escasos y las posibilidades de evitar una agresión de este tipo quedan en un buen número de ocasiones en manos de terceros (lo que opinan las familias o los médicos). Las decisiones -por acción o por omisión- del médico en estas situaciones están cargadas de una tremenda responsabilidad.

Puede surgir un conflicto importante con la familia del anciano por las presiones que ésta puede ejercer, y que en buena parte de los casos ejerce en un sentido u otro, atribuyéndose el papel de intérprete de aquél. Aquí hay que repetir que con mayor frecuencia de la que se piensa los intereses y deseos del moribun-do y de su familia pueden no ser coincidentes. Más que la eutanasia en sí, es más importante el cómo se muere, es decir el conseguir una muerte digna, decorosa, sin dolor y con las necesidades cubiertas. Para ellos es necesario que el estado, garantice la cobertura de una asistencia geriátrica de calidad, que cubra todas las necesidades que plantea la persona mayor dependiente y cercana a la muerte. Si esto no es así se puede empujar hacia el suicidio asistido o cualquier otra forma de eutanasia, a la persona mayor o a los familiares que han cuidado durante un largo periodo de tiempo, por encima de sus posibilidades. Antes de dar paso a la eutanasia, el estado debe de desarrollar una adecuada asistencia geriátrica en todo el país, cubriendo todas las necesidades sanitarias y sociales de la persona mayor y de su familia. Si no es así puede ocurrir como en Holanda, en donde las personas mayores incluso se van a países vecinos a ser atendidos ante la posibilidad que sus médicos y/o familiares ante determinadas complicaciones decidan dar fin con su vida.