Revista Casapalabras N° 36 Casapalabras N° 36 | Page 87

boceto Mama Cuchara, Jose Enrique Guerrero. Uno de los legados más positivos y duraderos de la Revolución Libe- ral ha sido el laicismo del Estado, en especial en la educación pública con la reactivación de la enseñanza artís- tica al refundarse la Escuela de Bellas Artes y el Conservatorio de Música, abandonados a su suerte y, a la larga, desaparecidos tras la consumación del régimen de García Moreno. El estímulo establecido por Mariano Aguilera y administrado por el Concejo Municipal cumplió su objetivo y concitó la participa- ción de artistas e intelectuales, jura- dos y curadores de todo el Ecuador. Durante medio siglo fue el único certamen que permitió evaluar la situación del arte nacional, hasta la apertura de los salones de Julio y Octubre en Guayaquil, el Luis A. Martínez en Ambato y la Bie- nal Internacional de Cuenca, recién creada en 1987, que diversificaron los escenarios para confrontar la llamada expresión plástica en el país. Se dieron otros intentos, en Quito y en otras ciudades, pero, o no prosperaron o no tuvieron mu- cha capacidad de convocatoria. 58 salones en 93 años En el año 2010 se conmemora el 93 aniversario del Salón Ma- riano Aguilera. En tan dilatado período, en realidad el salón que siempre tuvo carácter anual, abrió sus puertas solo en 58 ocasiones. Es de señalar que en 1982, los pre- mios se declararon desiertos pero se exhibieron las obras seleccionadas, mientras en el 2008, no hubo ex- posición ni concurso porque la cu- radora de turno no encontró nada digno de mostrar al público. Al ojear su historia, se descubre que ha estado llena de tropiezos, y que gracias a la determinación de varias administraciones municipa- les, se evitó que el salón desapa- reciera para siempre. En algunos períodos su aplazamiento obligó a que de un evento anual se tornara bianual. Así ocurrió en 1922-1923, 1925-1926, 1934-1935 y 1963- 1964. Pero hubo suspensiones que se prolongaron dos años (1946- 1947), ocho (1948-1955), once (1966-1976), cinco (1997-2001). En la última convocatoria de 2008 que va hasta el 2011, el Mu- nicipio capitalino decidió trans- formar el salón anual en Bienal de Arte Contemporáneo, de manera que contemple un lapso prudencial a la labor creativa de los artistas y, también, para estar a tono con los tiempos actuales en los que se ma- nifiesta una mayor libertad en la elección de temas y medios para el trabajo artístico. No deja de ser interesante la estadística del número de salones transcurridos en décadas: en la pri- mera, la del diez, hubo cuatro, cum- plidamente desde 1917 hasta 1920; en la década del veinte, ocho; en la del treinta, nueve; en la del cuaren- ta, apenas tres, en la del cincuenta, cinco; en la del sesenta, tres; en la del setenta, cuatro; en la del ochen- ta, diez (la única que completó las exhibiciones anuales); en la del noventa, siete; y, en la primera del siglo actual, seis. Las razones para sus dificultades y avatares han sido, casi siempre, de índole económica, pero también de falta de visión, previsión y de- cisión. Es significativo lo que relata Carlos Villacís Endara, por enton- ces funcionario municipal, sobre la apertura del Mariano Aguilera de 1977: «En 1967, la Casa de la Cultura Ecuatoriana se encon- traba organizando la Bienal de Quito-Sudamericana de Pintura y la situación económica para poder 85