Revista Casapalabras N° 36 Casapalabras N° 36 | Page 63

poesía No soy yo ni soy esto que escribo. Tampoco soy la sombra de lo que habría querido ser o escribir. Menos aún, mi rostro en el espejo fiel a su imagen desde hace cuánta soledad en los relojes. No soy la madre de tres hijos ni la mujer de un irlandés americano misógino anarquista ni el fantasma de mí ni la serpiente en que pensé me había convertido (en el poema para Ulises tú lo sabes). No soy la palabra que sigo esperando en las noches despejadas —como caída del cielo— y nada tengo que ver con ésa que se sienta a leer versos en la mecedora. Pero me he acostumbrado tanto a mí que tengo miedo de perderme aunque, en verdad, no pierda nada si me esfumo si mis sentidos mis ideas mis terribles presunciones hacen un pacto con la muerte a mis espaldas. Te arrojaré al cielo más sucio Serás un papel arrugado en esa isla de rascacielos donde perdimos el hilo. Serás un cartón de jugo bajo la rueda del autobús… Intentaré recogerte del polvo y besaré tus heridas una por una. Seré Magdalena, Verónica, la que tú quieras. Imprimirás en mis manos tu cara desierta y sabré que te has ido. Tal vez por eso mi pequeño personaje inútilmente se entretenga en fantasías y supuestos… Intimidado frente a aquello que sí soy no puede más que alucinar por si le creo, nuevamente, sus mentiras. (De Detrás de la brisa, 2013) (De Llevo de la luna un rayo, 1999) 61