Revista Casapalabras N° 36 Casapalabras N° 36 | Page 18

Dios insurgente La hora gris Si ya no disparo mis versos al continente negro de la noche, es porque una intermitente angustia compromete la misión centinela de mis ojos. Si ya no sonrío ante el fantasma del recuerdo, es porque el perfil morboso de los días sorprende el sueño de mi inconsciencia. Si ya no recojo las voces de la tarde, es porque un viento lejano me trae los cargados racimos del llanto. Y si a veces reniego de mí mismo, es porque, frente a las desnudas heridas, no puedo borrar la faz triste de los niños con hambre. 1965 16 A Juan, el lotero que cuando va de noche a la escuela, calza mis zapatos viejos. No me preguntes más la edad de la pobreza, la estatura del llanto y el domicilio del hambre; confórmate con saber que si Dios viviera entre nosotros, también clamaría la insurgencia. 1965