Revista Cantera Dec. 2015 | Page 46

46 facilidad de la comunidad por utilizar el desplazamiento y la desclasificación del otrx dentro de una práctica común, pues es más simple enviar a los márgenes que dedicarse a comprenderlo. Considerando lo atrevido que puede significar enunciar una apreciación como esta, es pertinente comprender otro fenómeno importante dentro de esa forma de actuar. Lo que ha hecho el neoliberalismo y el capitalismo sobre lxs sujetxs de la sociedad representada tiene relación directa con la anulación de la capacidad reflexiva, por lo tanto la prioridad es lo inmediato, lo instantáneo, contribuyendo a sostener el discurso político del asistencialismo y la premura por resolver situaciones que, si bien pueden sobrellevar la problemática inmediata, no instalan una política real para la resolución de los problemas. A qué se ha acostumbrado, entonces, la sociedad. La respuesta es penosamente evidente, pues se necesita que alguien solucione los acontecimientos por ellxs, rápido, en la eficacia inmediata y con baja reflexión para el sujeto. Como consecuencia de esto se han modelado personas que no van más allá de las situaciones que vivencian, sino que lo que importa es resolver. La complejidad aparece cuando la costumbre de resolución operada por el estado no llega o es discutida por la colectividad, quien, en un afán distorsionado y abrupto por generar la solución a una dificultad, se empodera y desplaza la confianza sobre aquellas instituciones que entregaron las soluciones tradicionalmente, deslegitimándolas. En este situación, las personas sobre quienes se ha anulado la resolución de problemas y la participación van a actuar con el único recuerdo y experiencia de vida que permanece en la memoria personal y colectiva: la violencia. Entendiendo el escenario de lo abrupto y la costumbre de solucionar velozmente cualquier eventualidad, en la reflexión cotidiana no hay espacio para mediar sobre los niveles de violencia implementados por esa colectividad. De la mano con esta situación, la masa de personas construye una posición de pseudoautoridad, amparado en el bullicio y el entusiasmo colectivo, que ejerce el poder sobre aquellos sujetxs que no forman parte de esa comunidad eufórica, que considera la fuerza como método de control. Así, un ajusticiamiento colectivo contra alguien en medio de un territorio público, hostilizado por el diseño arquitectónico del ensimismamiento, y con gente enajenada por la frustración de un sistema estatal que para ellxs es improductivo, no entre-