TÓTEM
José Carlos Martínez
De piedra
sentado en un poyo
mudo espectador del deslizar de las horas,
sin preocuparme nada que pase
más allá de las bocas de mi calle.
Granítico guardián
de la puerta de mi celda,
con el gesto insolente
y los pantalones ajados
por el roce de la roca y de tus manos.
Fosilizado
desgastado por el cierzo
maltratado por musgo y orina.
Así imagino el resto de mis días.
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