Revista Cantera Dec. 2015 | Page 34

34 ya no estás en drogas, acuérdate. Cuidado y metes la pata dejándote un rastro de coca en la nariz o mandibuleando demasiado. Recuerda, tú ya estás rehabilitada. Sólo por hoy. Última raya. Lo prometo. Esta es la despedida. Yo puedo dejarlo cuando quiera. Desde la Planicie hasta Tazón. De Petare a Caricuao. En el funeral de Maxi me encontré con Carlos después de varios meses. Al parecer cumplió su promesa de irse a Chuspa a cultivar su huerto. Lo habían rebautizado en la religión rastafari, su nuevo nombre era Ras Muata Aduke. Me contó que estaba a punto de terminar su último disco, un canto desgarrado para Gea. Mitad oda, mitad elegía. Un manifiesto enérgico contra el capitalismo de consumo imperante en la macabra Babylon. Se acercó Pablo. Se dieron la mano, con calma, felices. Yo fui al baño, me metí cuatro pases: se había muerto Maxi, carajo. Desde entonces mis papás me llaman todas las noches. Dónde estás, hija. Con quién estás. Qué estás haciendo. Me harto, apago el celular. De viernes a lunes sin aparecer por la casa. Pobres de mis viejos, viviendo la triste ficción de que son algo en la vida. Ya no me gusta mirarme en el espejo. Yo no sé quién es ese zombi pálido peliteñido, con los dientes amarillos, los labios quebrados, los ojos vidriosos. Esa excusa de mujer con las tetas chorreadas a los veinte, llena de várices y morados por todas partes. Entre más pases más ojeras, entre más rayas más arrugas. Tengo que dejar de ver mi imagen estando sobria. Con la coca soy la Mujercerveza. Estaba tan jalada cuando me pidió matrimonio que respondí que sí. Mientras estás en el carro vas volando. Cuando te bajas, caes. I went to the market to realize my soul, cause what I need I just don’t have. Al menos no soy como Luis, que lo abandonó todo para hundirse en un océano de jarabe. Perdió el trabajo, la esposa lo dejó. El como si nada. Terminó mamándole el huevo a los farmaceutas por una botella. El día que se murió su papá, se presentó drogado al funeral. La hermana lo sac