Revista Cantera Dec. 2015 | Page 27

lo hacen. Ciudadano, muéstreme la licencia. Todos parados a un lado de la carretera, mirando el pavimento, bajo una valla enorme en que aparece la simpar Mujercerveza. Estamos temblorosos porque el carro es del papá de Francisco, si lo llaman vamos a caer todos. Un niño que pasa en una camioneta se caga de risa al vernos. Uno de los policías se me queda mirando, me doy cuenta de que con esta franela se me traspasan burda los pezones. Me tapo con las manos, el policía sonríe. Cuando los pacos encuentran la ganja y las bolsas y los frascos de jarabe, sabes que te van a matraquear y lo hacen. Les damos el dinero y los celulares y las cámaras. Prosigan, ciudadanos. Carlos fumaba piedra a veces. El crack es para los iluminados, decía. Si llueve esta noche vamos a tener que desmontar las hamacas y compartir la carpa. Nos va a tocar dormir abrazados o no dormir y besarnos y manosearnos y chuparnos hasta que sol aparezca. Avenida Boyacá, de este a oeste. Mi poemario se iba a llamar A pesar de tu santa cólera. Me parecía que el título era lo suficientemente atractivo. Representaba con claridad mi intención de una poesía conversacional, ref lexión sobre la agresividad de la cultura urbana contemporánea. Claro, esto es lo que iba a responder en la entrevista. Me imaginaba en la sección de cultura de algún periódico, citando mis inf luencias, mis intereses, mis intenciones. Una foto mía con el pelo suelto y los lentes negros de montura gruesa. 5 años trabajando 15 poemas, agregando, corrigiendo, incorporando oscuras referencias literarias, alusiones a la era digital mezcladas con misticismo solipsista pero sin tono mesiánico. Hasta que el perico me dejó muda. Es raro porque con perico hablo mucho. La que mucho abarca poco aprieta. No sabría decir con exactitud cuándo las cosas empezaron a ponerse raras entre Carlos y yo. Crece en las húmedas tierras de Bolivia, si tienes suerte. Atraviesa artesanales procesos de producción. La siembra, la recolección, el kerosén, los pies de algún mugriento niño campesino, la pasta, la piedra, los alijos, la travesía nocturna, la montaña, la selva, la carretera, la frontera, la ciudad, el barrio, el corte, el talco, el bicarbonato, las bolsitas y de ahí a las manos del jíbaro que espera tu llamada para llevártela a tu casa y por tu nariz hasta la cabeza. El proceso es limpio y preciso. Tú no lo ves pero sabes cómo funciona. El hecho de que no lo veas lo hace incluso más interesante. Como el petróleo que sale de la tierra y se transforma en gasolina y alimenta mi carro y me acelera esta noche que voy jaladísima a 160 por la autopista. Ese espasmo helado Designfreebies Magazine • www.designfreebies.org • 27 27