Un poco atónito, cruzó la calle
Venía directamente hacia mí
balbuceaba entre sollozos
Ese muro es mío
¡Me pertenece!
Lo he martillado por días
El señor estaba completamente loco
pero era tierno
Así que continué oyéndolo
Tenía la voz húmeda y ronca
Descubrí que no me observaba a mí
Ni aquel día ni este
Miraba el muro
intacto
romperse detrás mío
Su voz se terminaba de quebrar
Volteé.
Le creí sin ninguna otra razón
de una forma peligrosa
Sentía algo especial
por ese muro aunque la razón me lo negara
Aunque me riera de su locura
Efectivamente
Se rompía
Hundido por completo en mi espalda
Los pedazos de cemento
caían al suelo
una tras otro
Dejaban formas extrañas
Su voz parecía gotear desde las fisuras del cemento
Le dije con ingenuidad que yo podía regalarle un muro
yo no tenía un muro
su muro
mi muro
o ningún umbral que soportara el peso de un hombre.
Mentí descaradamente
Algunos muros
los construyen los uróboros.
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