Revista Cantera CANTERA 9 | Page 14

LA REPÚBLICA DE FÉNNELLY J esús M iguel S oto I nventamos la República de Fénnelly un martes por la tarde en el apar- tamento de Alberto mientras los viejos caobos de la ciudad eran des- hojados sin piedad por una lluvia feroz que sacudía los cristales. Hacía varios meses, durante un concurso televisado de belleza, habíamos con- versado sobre la idea de inaugurar un territorio propio, despojado de los códigos éticos, estéticos y mercantiles reinantes. En principio barajamos la posibilidad de fundar una sociedad secreta o un partido en el que sus miembros asistieran a sesiones regu- lares para debatir sobre temas puntuales, tomar decisiones con la apro- bación de la mayoría, aplicar sanciones por indisciplina o desacato, nombrar y remover juntas directivas, elaborar estatutos, planes estraté- gicos y cincelar en letras cobrizas una agenda de proyectos y otra de promesas. Pero la lógica o, quizá un dejo de ambición, nos hizo reflexionar que los alcances de un partido o de una sociedad eran limitados y que estaban supeditados a legislaciones, instancias y dinámicas superiores que acabarían condenándonos a sus leyes, por lo que lo más propicio era sin duda crear una nación en la que luego madurarían diversas insti- tuciones, partidos, grupos, sectas, clubes y demás actores sociales. Una vez que los cinco estuvimos de acuerdo en fundar nues- tra propia República, consideramos que el primer paso era establecer 14