Mariana habitaba en una casa de locos: su padre, que hacía más de dos
décadas que no se levantaba de su cama, por haber sido rechazado por
Clotilde, y que frecuentemente realizaba travesías por toda España; pero
eso sí, sin moverse de la cama; su tía Micaela, que todos los sábados por
la noche velaba en el comedor porque, según ella, acudirían ladrones; la
sirvienta, que al no desear escuchar ninguna palabra por parte de la familia,
realizaba las tareas apresuradamente y contestaba a todas las preguntas
de forma rápida y sin sentido; y por último, los dos criados: Fermín,
sirviente de la familia, al que el residir en una vivienda llena de chalados, le
estaba pasando factura, pues se estaba transformando en un auténtico
demente con unas manías excesivamente raras( no olvidemos que
acompañaba al padre de Mariana en sus singulares viajes ) y Leoncio, que,
al sustituir a Fermín, se da cuenta de la situación que hay en la casa y
pronto se arrepentirá de la decisión tomada.
La obra concluye con el misterio de Fernando descubierto. Fernando
lleva a Mariana a su hogar y le muestra lo que estaba oculto durante años:
un vestido de fiesta, un retrato y una caja de música. Mariana, que se