Revista Calderón Revista 2017-18 | Page 33

Mujer Abstracta Mujer Abstracta era un trazo pobremente ejecutado que de manera frustrada intentaba autocorregirse sin ningún tipo de éxito, sin saber que normalmente el arte no desprecia a sus propias excentricidades, igual que una madre no rechaza a un hijo por no encajar. Mujer Abstracta probablemente fue resultado de alguna joven que aún no se habría encontrado a sí mis- ma. Y como de tal palo tal astilla, a Mujer Abstracta le tocaba lidiar con el existencialismo propio de una creación dudosa: su forma era extraña, la idea o las razones de su existencia nada claras, y como también influía la impresión de los observadores que la examinaban sin ser ellos obras en sí (¡qué descaro e intromisión!) sig- nificaba muchas cosas y al mismo tiempo ninguna. En la lejanía, Mujer Abstracta siempre observaba triste a los afortunados cuyos progenitores parecieron dejar bien claro qué inspiraban exactamente y por qué. Al contrario que ellos, las apreciaciones que Mujer Abstracta obtenía solían ser tan dispares y le parecían tan rebuscadas que ya apenas les prestaba atención. Al principio le gustaba escucharlas y pensar que era única, pero como ocurre a veces, ser única se fue convirtiendo poco a poco en una pesadilla. Se preguntaba si esa pesadilla era también úni- ca o si en cambio la tendría en común con alguna posible y rara obra más, y como nunca tenía a nadie al lado para darle una respuesta, al final su conclusión siempre era que sí. Sin embargo, un suceso extraño que indicaba una remota posibilidad de que Mujer Abstracta no estuviese absolutamente sola eran los golpecitos que de vez en cuando escuchaba en la parte trasera del manto cristalino que la rodeaba, especialmente cuando se sumía en su pozo existencialista que nunca le permitía tener ni un poco de paz. Pero no había forma d e explicar su origen, y como ya tenía bastante con la gran y continua duda acerca de ella misma, siempre acababa ignorándolos, con- vencida de que no tendrían importancia. En numerosas ocasiones, Mujer Abstracta había intentado con todas sus ganas llegar a la conclusión de que igual simplemente no significaba nada, empleando ella sola miles de argumentos para convencerse de ello y así poder tranquilizarse. Pero siempre acababa frunciendo el ceño y negándolos, porque el simple deseo de sig- nificar algo era más fuerte que todos ellos, y entonces volvían los quebraderos de cabeza a su cabeza abstracta. A pesar de todo, era admirable cómo siempre seguía allí la tenue pero persistente lucecilla de esperanza, gracias a la cual Mujer Abstracta seguía consciente del inexacto suceso de sí misma. Aunque cada vez le daba más la im- presión de que este no era sino un error y una constante y tristona tragedia que jamás tendría fin. - . 33