Revista Calderón Revista 2017-18 | Page 32

El salto No entendía como en apenas tres días había puesto su vida patas arriba, se sentía tan confundida dentro de ella, sentía miedo pero hacía mucho tiempo que no era ella misma y no sabía que hacer. Normalmente los sábados Jesús iba a su casa, pero no quería verle, tenía que encontrar una forma de alejarse de él. Se dio cuenta de que todo ese tiempo había vivido la vida que él quería, que había sido manipulada, tantas cosas que no hizo por él… Tenía más de diez llamadas perdidas en su móvil, y más de cincuenta mensajes. No quería contestar, sus padres trabajaban así que estaba sola. Decidió llamar a Sara y contárselo todo, estuvo comiendo con ella y dándola con- suelo ante la situación, él no dejaba de llamar al portal cada hora. No podía salir, sentía que tenía la liberación muy cerca pero a la vez tan lejos, no sabía que era capaz de hacer Jesús, cuando se quedó sola y el sol bajó, una sensación de escalofrío permanente se apoderó de ella. Tumbada en la cama oyó que aporreaban la puerta, no podía ser verdad que le hubiesen dejado entrar. Carolina se escondió como pudo intentando no hacer ruido, el miedo recorría su cuerpo, Jesús gritaba su nombre hasta que de un momento a otro se dejo de oír. Estuvo esperando casi una hora para salir hacia casa de Sara, no quería estar más tiempo ahí. Justo al abrir la puerta apareció delante suya como una sombra veloz que la empujó hacia dentro, fue algo tan rápido que no tuvo oportunidad de hacer nada, Jesús la tiró contra el suelo sin soltarla del pelo, parecía que había bebido mucho, ella intentaba hablar, pataleaba pero le tenía encima y era más fuerte que ella. Él gritaba que eso era todo culpa de ella, le había obligado a hacerlo. Carolina sentía que no podía hacer nada, ¿Así iba a acabar todo? No, no iba a acabar así, consiguió agarrar un jarrón cuando se le empezaba a nublar la vista y le golpeó con todas las fuerzas que le quedaban. Consiguió quitarle de encima y correr, correr porque su vida dependía de ello, llego a la puerta, la abrió, y salió corriendo todo lo rápido que pudo. La liberación Sentía tanta libertad, tanto miedo, tantas sensaciones. No dejó de correr, no tenía móvil, nada, ni siquiera su cartera, consiguió llegar a la casa de Sara. Casi no era capaz de mantenerse en pie, pero Sara y su madre la ayudaron, estaba en shock pero algo en su rostro mostraba alivio, mostraba liberación, fuerza, tristeza a que el mundo pudiese ser así. Lo primero que hicieron fue llamar a la policía, a sus padres, Jesús había huido de la casa pero lo encontraron en casa de un familiar, fue detenido. Fue algo tan rápido que le costó mucho a Carolina asimilar lo que había ocurrido. Esa noche fue muy larga pero hablando con Sara se prometieron que no dejarían que estas cosas siguiesen ocurriendo, ni a ellas ni a ninguna mujer, todo esto venía de la misma raíz, y si tenían que luchar a pesar de las dificultades lo harían, las mujeres estaban en guerra y Carolina por fin era consciente de todo y de la suerte que había tenido, había luchado, su historia era una más de todas, había conseguido vivir, vivir para luchar por su libertad, porque no hubiera ni una más ni una menos. -Por mí y por todas mis compañeras.- Gritó llorando pero con una sonrisa, en la ventana de esa noche del mundo. . 32