Revista Aula Magna | Page 17

ISMA - Instituto Superior Marista A-730 Aula Magna Nº 13 Palabras del Hno. Horacio Bustos para el acto de asunción como Superior Provincial de Cruz del Sur Villa Marista de Luján, 8 de noviembre de 2009 Querido H. Emili Turú, Superior General de la Congregación de los Hermanos Maristas; queridos hermanos y laicos maristas de Paraguay, Uruguay y Argentina, integrantes de la Provincia Cruz del Sur; queridos familiares, amigos y amigas: Muchas gracias por su presencia en esta celebración. Quiero dirigirles unas palabras que surgen de mis vivencias y reflexiones de este último tiempo. Hace 6 años hemos sido protagonistas del nacimiento de la provincia Cruz del Sur. En aquella ocasión, el H. Demetrio Espinosa, al asumir como Superior Provincial, nos invitaba a “dar cabida en nuestro corazón a la novedad de una vida que se estrena y cuyo desarrollo debíamos cuidar y construir entre todos con fe, coraje, audacia y paciencia, confiados en que Dios hace maravillas con todo lo que somos y tenemos, con nuestras luces y nuestras sombras personales e institucionales”. Hoy se abre una nueva etapa de nuestro caminar provincial marista. Una etapa que, atenta a los tiempos nuevos que corren, nos mueve a todos a seguir mirando el futuro con fe, confianza y esperanza. Desde una actitud de fe podemos repetir, como el pueblo hebreo, las palabras del Salmo 125: ¡Grandes cosas hizo el Señor por nosotros, por eso estamos rebosantes de alegría! Personalmente, asumo hoy este nombramiento como Superior Provincial con la actitud de quien se siente pequeño e inexperto, pero deseoso de entregar generosamente, con espíritu de servicio, lo que gratuitamente ha recibido de Dios. En lo profundo de mi corazón siempre he buscado el rostro vivo de Dios y, a través de los años, Él me ha guiado por diferentes caminos de conversión que han preparado y educado mi disponibilidad. Ahora siento este nuevo cargo como un verdadero llamado a una entrega mayor de mi ser, a un amor más generoso. Lo experimento como una oportunidad de servir a mis hermanos para ayudarles a realizar su vocación personal; como una oportunidad de servir a los laicos y laicas maristas responsables, también ellos y ellas, de animar y gestionar la siempre actual misión marista a lo largo y ancho de la Provincia Cruz del Sur. He tenido la gracia de participar del XXI Capítulo General, que recientemente tuvo lugar en Roma del 8 de septiembre al 10 de octubre. Este acontecimiento ha sido para mí una experiencia de fe, de fraternidad y de comunión. Los 84 hermanos capitulares allí reunidos, provenientes de los cinco continentes, hemos intentado buscar, en espíritu de discernimiento, el querer de Dios sobre la Congregación marista de cara a los próximos años. Como fruto del rico trabajo de reflexión, el Capítulo ha brindado a la Congregación una serie de orientaciones para continuar caminando hacia una mayor fidelidad a nuestra vocación y misión. En sintonía con las orientaciones del Capítulo General, y en sintonía también con las sugerencias emanadas de la Asamblea de Equipos provinciales de animación y de la Asamblea de hermanos, que tuvieron lugar en estos días pasados, quisiera señalar algunos puntos que considero relevantes para nuestro futuro camino provincial. Concretamente, quisiera presentar a continuación cuatro aspectos claves o cuatro tareas que considero fundamentales para seguir impulsando la vida marista en el siguiente trienio y por los cuales me comprometo a trabajar: 1. La tarea de ser mejores hermanos, con una conciencia más lúcida y responsable de estar consagrados a Dios Me refiero aquí a la vida misma del hermano marista como hombre de Dios, orientado a una disponibilidad radical por el Reino. El hermano marista cuya vocación el P. Marcelino Champagnat tenía en altísima consideración. Esta vocación, de connotaciones tan humanas y divinas, necesita de un cuidado especial para desarrollarse bien. Necesita de un cuidadoso ordenamiento de la vida para darle la prioridad a Dios en medio de las múltiples opciones cotidianas. Esta vida consagrada marista necesita de tiempos propicios de oración, reflexión y discernimiento. Necesita revisar y recuperar el “amor primero”, aquel amor fundante que comprometió e impulsó una respuesta generosa. Como h