ISMA - Instituto Superior Marista A-730
En la entrega cotidiana, el agotamiento físico y mental, no impide que
siga en pie la pasión, el enamoramiento por el ser humano, el seguir
construyendo un ámbito de unidad entre nosotros, ideal que atraviesa
la vida entera de muchos.
Y es este mismo ideal el que nos exige seguir saliendo de nosotros
mismos para ir hacía el encuentro del otro y acompañar su camino de
vida. El Evangelio nos enseña que debemos ser luz y sal para el otro y
que no podemos encender una lámpara para guardarla en un cajón
sino para iluminar las tinieblas.
En estos tiempos vamos descubriendo el verdadero compromiso de
formar a los alumnos y más todavía cuando sabemos que estamos
llamados a construir el Reino de Dios desde esta vocación de ser
Maestro y Educador Marista.
Porque ser Educador Marista nos involucra de lleno con toda la
vida, ofreciendo todo el corazón por una causa: formar personas
bondadosas, humildes, capaces de discernir lo bueno de lo malo,
ciudadanos que construyan y forjen el futuro país. País que nos pide
que entreguemos todo y no nos guardemos nada.
Nos enseña el Evangelio que debemos acumular riquezas en el cielo y
no en la tierra. También enseña que allí donde está tu tesoro también
estará tu corazón. Y en esto nos preguntamos ¿cuál es nuestro tesoro?
para saber hacia dónde está orientado nuestro corazón.
Aula Magna Nº 15
• Por el Profesorado de Educación Incial:
Palabras de agradecimiento : Sofía Bracco.
Muy buenas tardes, directivos,
profesores, compañeras, familias
y amigos. Gracias a todos por
estar hoy acá.
Hace tres años, o un poco más,
iniciamos nuestros estudios en
el profesorado, sabiendo que los
años que pasaríamos acá iban a
ser una inversión para nuestro
futuro.
Algunos días fueron memorables,
de esos que a uno le gustaría enmarcar y colgar en una pared para
tenerlos siempre presente, rodeados de risas, tijeras, marcadores y
goma eva, otros días fueron agotadores, pero todo eso dio sus frutos e
hizo que hoy estemos todos juntos celebrando el cierre de esta etapa
tan esperada por nosotras.
Terminamos y es el mejor momento para agradecer a todas las
personas que supieron acompañarnos en estos años.
Siguiendo las palabras del Evangelio pensamos: ¿Nos decidimos
adultamente a descubrir lo que es el Amor, amando hasta el fin (jn.
13,1), o miramos para atrás y a los costados, tentado por la comodidad
de la mediocridad humana?.
En primer lugar a los directivos y docentes de esta casa. Gracias por la
confianza puesta en nosotras, por los consejos, la ayuda y el apoyo que
nos brindaron a lo largo de estos años. M