Revista Aula Magna | Page 19

ISMA - Instituto Superior Marista A-730 Al hablar de alfabetización científica, no puedo dejar de precisar el concepto de aprendizaje significativo en cuanto al significado y el sentido de las construcciones que realiza el alumno y las interacciones para la apropiación del conocimiento. Un aprendizaje es significativo cuando el alumno es capaz de establecer un conjunto de relaciones entre el conocimiento nuevo y los que ya posee; y, a su vez, pueda utilizarlo en la búsqueda de nuevas relaciones…Pero, además de esta significatividad psicológica, es necesario tener en cuenta lo que se ha dado en llamar significatividad lógica: esto es la organización y coherencia interna de los contenidos científicos, que deben ser respetadas cuando se los presenta a los alumnos en un programa de Ciencias. Esto implica secuencia de contenidos y actividades y progresión en los aprendizajes. Cuando los conceptos y las actividades se presentan fragmentados en unidades temáticas inconexas, disasociadas entre sí, atomizadas, lo que estamos haciendo es dificultando precisamente los procesos de relación, integración y comprensión Es por eso que encontramos dificultades en los alumnos para la explicación, ejemplificación, aplicación, justificación, comparación, generalización de los contenidos. La construcción del sentido es otro de los elementos importantes a tener en cuenta en el planteo de alfabetización científica. Implica cuestiones motivacionales y emocionales. Tiene relación con con la motivación, la disposición y actitud del alumno respecto del docente, con sus expectativas ante el contenido científico, con sus hábitos de estudio y trabajo. El pedagogo francés Phillippe Meirieu sugiere “promover el saber con un enigma” para provocar el deseo de aprender. La habilidad del docente consistirá en formular preguntas que puedan conectarse con los intereses de los estudiantes y les propongan un desafío cognitivo. La clave es despertar curiosidad intelectual; partir de lo que ellos saben y estimularlos para que investiguen. Propone Meirieu: “decir o enseñar lo suficiente a fin de que se entrevea el interés de lo que se dice así como su riqueza y callarse a tiempo para despertar el interés por el descubrimiento”. A veces, una buena pregunta puede ser la mejor motivación: un interrogante que plantee un desafío cognitivo, que “provoque” a los estudiantes y los estimule a indagar y saber más. Así, apelar a la curiosidad puede ser un primer paso para fomentar la participación de los estudiantes en clase y que ellos sean protagonistas de sus aprendizajes. La motivación es una cuestión que también está vinculada con la posibilidad de generar en el aula un auténtico clima de trabajo: un ambiente participativo, cooperativo, que al mismo tiempo potencie la autonomía y la curiosidad de cada uno, garantizando la disciplina y el orden necesarios para que los alumnos-estudiantes no se distraigan… Pero, también demostrar entusiasmo y pasión por lo que se enseña. La otra clave es: trasmitir pasión. No puedo pretender que mis alumnos tengan curiosidad intelectual, interés y amor por aprender, alegría y libertad para participar creativamente en sus aprendizajes si yo profesor no tengo interés y amor y alegría y libertad…Tenerme para darme. Poseerme para entregarme. Finalmente, quiero destacar la importancia de las interacciones en las metodologías para el aprendizaje de las Cien