ISMA - Instituto Superior Marista A-730
Un contexto general
Como hermanos maristas siempre hemos sido muy pragmáticos. Este
enfoque de la vida nos ha servido bien durante los períodos anteriores
al Vaticano II, cuando los fundamentos básicos de la vida religiosa
estaban claramente definidos.
Comprendíamos lo que se esperaba de nosotros en comunidad… Con
ese conocimiento a nuestro alcance continuábamos con los detalles
de nuestro apostolado diario como profesores, administradores,
consejeros, apóstoles de la juventud, y otras tareas similares.
El cuadro se complica aún más por el hecho de que todo lo que ha
sucedido durante los últimos 50 años, más o menos, se ha reflejado en
el Instituto a través de la experiencia de tres generaciones diferentes
y distintas. La más antigua, que se hace cada vez más pequeña con el
paso de los años, recuerda lo que era nuestro estilo de vida antes del
Vaticano II.
Un segundo grupo llegó a la madurez cuando Juan XXIII anunció la
celebración de un Concilio. Muchos de ellos se fueron rápidamente
introduciendo en lo que se conoce como la modernidad.
Dejando de lado ciertos privilegios y despojándonos de los símbolos
y estilos de vida que nos había separado del pueblo de Dios, estos
hermanos nos desafiaron, a ustedes y a mí, a enfrentarnos a las
mismas preguntas acerca de la vida y al sentido al que todos los demás
tenían que enfrentarse.
Esta generación tenía la tarea de dirigir a nuestro Instituto en un
momento de pérdida, un período importante en el que hemos
cuestionado el significado y la finalidad de nuestro estilo de vida.
El privilegio de haber estado presentes en la muerte de una época
de la historia de la Iglesia, es una bendición hoy porque tenemos la
oportunidad de facilitar el nacimiento de otra época.
Las cuestiones de renovación de 2009 y 2010, sin embargo, no son
los de la década de 1960 o de la década de 1980. Hoy, una nueva
generación está examinando nuestro estilo de vida y misión a través
de los ojos formados por un mundo que es ajeno a muchos de los que
tenemos más de 50 años. Los que se acercan a nuestro estilo de vida
marista en muchas partes del mundo, en este momento, han vivido
con preguntas desde su infancia
Hemos sido muy bendecidos durante ese tiempo. En primer lugar,
la presencia viva y la protección de María, madre de Jesús, ha sido
evidente en todo. Nosotros también hemos sido bendecidos con
líderes excepcionales que han mantenido la esperanza viva mientras
hacíamos nuestro camino a través de un, a veces, árido desierto.
Líderes como Basilio, Charles, Benito y sus Consejos. Unas palabras de
gratitud a cada uno de ellos.
Igual que nuestros hermanos en 1967, hoy nos encontramos en una
encrucijada. Construir el futuro de la vida y misión marista requerirá
que tomemos decisiones que nos permitirán ser lo que debiéramos
ser: hombres enamorados de Dios, hermanos visiblemente
evangelizadores de los niños pobres y de los jóvenes, religiosos
construyendo comunidades marcadas por un espíritu de hospitalidad
y bienvenida y, como el fundador, discípulos del Señor con el corazón
de un misionero.
Los capitulares de nuestro XVI Capítulo general, conscientes de sus
responsabilidades, se dieron el tiempo que necesitaban y reunieron
los recursos necesarios para hacer el trabajo.
Aunque pudieran haber desconocido el hecho, en aquel momento, su
desafío era iniciar un período durante el cual gran parte de lo que era
familiar, por lo menos para una generación de hermanos, simplemente
se desvanecería. Nos ayudaron a movernos hacia donde hemos tenido
que confiar en Dios más que en las fuerzas humanas.( Discurso del H.
Seán D. Sammon, FMS - 9 septiembre 2009).
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Aula Magna Nº 15
3.-Preparar la respuesta
futura
Marcelino lo hizo así:
Llega a La Valla, designado
Vicario sacerdotal,
y se
encuentra con un panorama
preocupante : incultura, vicios
sociales,
despreocupación
por la educación de los niños.
Pone manos a la obra y aunque
sabemos de su forma humana
de resolver las situaciones de
forma práctica activa y decidida, sus primeras previsiones apuntan a la
tranquila reflexión y observación: Los datos y las descripciones nos los
proporciona Fr. Jean Baptiste; él mismo nos aporta este pár