ISMA - Instituto Superior Marista A-730
Aula Magna
Experiencia Pedagógica Misionera 2007
Testimonio desde el paraje Campo Luján
Escuela Nº 1070 «Salvador Ciappino»
La educación del espíritu,
de la mente y del corazón
Tantos santos, como San Marcelino, Don Bosco, Don Orione
y muchos otros, lucharon por la educación de los jóvenes,
dejando al transcurso de los años esa bella experiencia para
que hoy nosotros podamos continuar con esta gran misión,
que está llena de responsabilidad, de la misma manera que
Jesús hizo con los discípulos. En agosto de 2007 nos ha tocado
revivir esas experiencias.
contagiando de manera positiva y particular a todos los que
formamos parte de esta gran familia (alumnos, ex alumnos,
profesores, etc.).
Creo que Marcelino, casi instintivamente, nos hubiese
comprendido y estimulado hacia aquellos grandes ideales, de
los cuales hoy muchos carecen. San Marcelino sabía muy bien
qué hacer con los jóvenes.
Durante y después de la misión se me cruzaban muchas
cosas por la cabeza y por el corazón. En esos días notamos la
delicadeza maternal y paternal que cada uno de nosotros tiene
hacia los niños y las demás personas con las cuales convivimos
durante ese tiempo.
San Luis Orione tuvo desde sus primeros pasos como religioso
una especial dedicación por los jóvenes, inspirado en San Juan
Bosco, quien había sido su maestro y educador en los primeros
años de su adolescencia. Este primer oratorio era la expresión
de su anhelo por «reunir jóvenes, atraerlos, fascinarlos,
hacerlos santos…», llevarlos a Dios.
Desde el comienzo de la primera Experiencia Pedagógica
Misionera (que comenzó el Hno. Horacio hace nueve años,
con un grupo de jóvenes entregados al servicio del más
necesitado), se está brindando a la juventud una atención
importante para que, acompañados en su crecimiento, sean
«jóvenes educados, honestos, trabajadores y profesionalmente
capaces de ser un día excelentes obreros, capaces de abrirse
paso en el mundo, porque sabrán ganarse honradamente la
vida y podrán ayudar a sus familias».
La alegría de haber podido realizar esta bella experiencia
misionera, que estimula a toda la familia MARISTA, sigue
En los parajes se nos invitaba a cada uno a interesarse por
los valores de la cultura y del conocimiento intelectual. Pero
sobre todo, dentro del grupo misionero, se nos estimulaba
a volar alto espiritualmente. «Preparémonos para ascender
hacia Jesús, a Jesús, a elevarnos hacia lo alto, hasta llegar a
ÉL… Abriremos así nuevos surcos de amor a Jesús y a la Santa
Iglesia, de rodillas, de rodillas…»
Finalmente, puedo decir que la misión fue como un pequeño
retiro espiritual, una semana intensa de espiritualidad, en
lugares apartados e idóneos para favorecer la oración «corazón
a corazón» con Cristo en cada hermano.
No obstante todas estas atenciones, no le han faltado a nadie,
las alegrías, las incomodidades, las dificultades y desilusiones…
Se sabe cómo son las cosas; a veces los resultados se hacen
esperar. Además «no se siembra nunca en vano a Jesús en el
corazón de los jóvenes».
Es con esta esperanza que queremos recibir la invitación
de San Marcelino a dar prioridad absoluta al cuidado de
los jóvenes. Como dijo otro santo, en su época y hoy sigue
resonando: «No les encomiendo las máquina, les encomiendo
las almas de los jóvenes, ¡cuiden su espíritu, cultiven su
mente, eduquen su corazón».
Vale la pena; construyamos el futuro siguiendo la
recomendación del mismo Don Orione, que con su mirada de
padre advirtió tempranamente que los jóvenes son «el sol o la
tormenta del mañana».
Ave María y ¡¡¡ADELANTE!!!
Alejandro N. Peralta
1º año de Ciencias Sagradas - ISMA
21