Revista Aula Magna | Page 25

ISMA - Instituto Superior Marista A-730 Aula Magna Experiencia Pedagógica Misionera 2007 Testimonio desde el paraje Puente Negro Escuela Nº 502 «Dr. Jorge Washington Abalos» «Llevamos encendido el fuego de Jesús» Lo previo Si hay algo que la misión me ha enseñado es que Dios sale a tu encuentro y te llama, así como sos y como estás, con tus virtudes y limitaciones, desde tu libertad, para hacer algo que sólo vos podés hacer. Es por eso que puedo decir que decidí sumarme a la experiencia pedagógica misionera del profesorado, que se realiza todos los años en escuelas rurales de la Provincia de Santiago del Estero. Lo primero que atrajo mi interés fue el hecho de poder brindarme a los demás desde mi vocación, poder dar clases a unos nenes que nos esperaban con gran alegría y expectativa desde hace tiempo. Más tarde me enteré de que ya son nueve los años recorridos, desde que una vez el Hno. Horacio inició esta experiencia con un pequeño grupo de alumnos del ISMA. Aprovecho para reconocer y expresar mi sentimiento de agradecimiento, sabiéndome privilegiada por haber sido parte de este proyecto, único en los profesorados. Esto me llevó a valorarlo, interesarme y dar mi sí definitivo, como así también a intentar motivar a mis compañeros para que se sumaran. He podido participar de las reuniones de preparación, las cuales fueron para mí un momento de encuentro con cada uno de mis hermanos y con Cristo. Recuerdo el esmero de algunos por aprender y mejorar sus clases, la alegría de otros para que todos nos sintamos bien y cada uno encuentre su lugar. Me encantó que quienes ya habían participado en años anteriores, se esforzasen por transmitirnos su experiencia y facilitar nuestro caminar. Me llevo en el corazón el esfuerzo para cumplir esa meta que pusimos el primer día: ser hermanos en Cristo que se juegan por un ideal que nos llena de felicidad y nos hace crecer, no sólo como futuros profesionales docentes, sino en el amor y la entrega a los demás. El saber que nunca estaremos solos sino que Cristo camina a nuestro lado para encender nuestros corazones, sobre todo en las dificultades, nos hace protagonistas en el servicio a los demás. Un puente entre los hombres ¡Al fin llegó el gran día!!, el 17 de agosto, día de lluvia, para ser exacta. Salimos de la Terminal de Ómnibus de Retiro el primer contingente de misioneros (unos 20), hacia Icaño, Santiago del Estero. Llegamos en la madrugada del día siguiente. Al llegar vimos en el salón de la Parroquia todas las mercaderías (cientos de cajas y bolsas) que habíamos enviado anteriormente. Poco a poco, fuimos conociendo y saludando a muchas personas cercanas al grupo misionero que nos esperaban allí, y que nos recibieron muy bien. Dedicamos un tiempo a recorrer las calles del pueblo. Organizamos el envío de pertenencias y donaciones (medicamentos, juguetes, ropa y alimentos) a las escuelas donde trabajaríamos. Por la tarde fuimos a una peña en el Club Atlético Icaño y por la noche visitamos a Adrián Massa, quien nos recibió como si estuviéramos en nuestras casas. Al día siguiente, domingo 19 de agosto, llegó la otra parte del grupo misionero, completándose así un número de 58 participantes. A las 9.00 hs asistimos a la misa, y luego cada uno se dirigió al paraje asignado. A mí me tocó ir al paraje «Puente Negro», un paraje de pocos habitantes, donde lo característico son sus caminos de tierra colorada que costean los canales de riego, sus amplios campos dedicados a la actividad agrícola-ganadera, donde se cosecha el alfalfa (o «alfa», como la llaman los nenes) y se crían animales, principalmente «chivas». Puente Negro tomó su nombre por un puente de troncos de árboles, característico de la zona. Esto me hizo pensar mucho. Antiguamente el nombre de un lugar o de una persona expresaba el ser o lo que se esperaba de él... Y me vino a la cabeza lo siguiente: los puentes fueron creados para unir, para conectar, para romper el aislamiento, para ser recorridos, para ser traspasados, para ir al encuentro de algo o de alguien y, en cierta forma, creo que esto resume nuestra actividad, nuestro sentir y nuestro ser antes, durante y después de esta misión. En un principio la tarea fue unirse como puentes para ser y funcionar como un grupo misionero. Un grupo compuesto por diez integrantes, estudiantes y egresados tanto del Macnab Bernal como del ISMA: Romina, Gabriela, Victoria, Osvaldo, Diego, Cristian, Johanna, Magalí, Julia y yo. Lo lindo fue que logramos ser comunidad, día a día fuimos creciendo en espíritu y sentido comunitario, donde la alegría fue nuestra principal característica, haciendo que todos estemos bien, logrando los objetivos a medida que pasaba el tiempo. Según se nos ha