ISMA - Instituto Superior Marista A-730
Aula Magna Nº 14
Pero las raíces de lealtad y dedicación de aquellos jóvenes que
Marcelino reunió en torno a sí eran mucho más profundas que las
semejanzas entre sus contextos o experiencias. Porque el fundador era
un hombre enamorado de Dios y, con su ayuda, sus primeros hermanos
también llegaron a serlo. Ellos, bajo su tutela, fueron creciendo en
su conciencia de la presencia de Dios y aprendieron a confiar en la
Providencia.
Marcelino les enseñó también a seguir el modelo de María, sabiendo
que ése era un camino seguro para centrar sus vidas en el Señor. De
este modo se esforzaron por imitar el estilo de María. Plenamente
fieles a la visión apostólica del fundador, aquellos jóvenes asumieron
su preocupación por los pobres de Dios y se estimulaban unos a otros
para atenderles.
Con el paso del tiempo, su modo de vivir el evangelio se convirtió en un
reflejo del carácter y los valores de la persona de quien habían recibido
la inspiración. Años más tarde, muchos de ellos recordaban a este
sacerdote resuelto y decidido como un hombre entusiasta y práctico,
deseoso de llevar las ideas a la acción e impregnado de espíritu de
humildad. De ahí brotaba la fuente de aquella espiritualidad sencilla y
encarnada que él gratuitamente compartió con sus hermanos.
Los desafíos oficiales en la institución marista
Estos hechos presenciales circunstancian y preocupan a los
capitulares del Capítulo general del año 2001:
Durante el mismo XX Capítulo general se produjo el ataque terrorista
del 11 de setiembre en los Estados Unidos y comenzó la guerra en
Afganistán. Esta situación nos ha impresionado y nos ha hecho
reflexionar acerca del terrorismo, de la injusticia del orden económico
internacional, del miedo, de la inseguridad, la intolerancia religiosa, las
consecuencias de todo ello sobre los jóvenes y, sobre todo, acerca del
gran desafío de la paz.
El Dios encarnado nos interpela hoy, a través de las contradicciones
del mundo moderno. Por una parte, vemos que: La explotación
desenfrenada de los recursos naturales nos está llevando a una
crisis ecológica sin precedentes. La secularización, la violencia, el
individualismo, la crisis de la familia y de los valores, la corrupción y la
fragmentación social se generalizan.
Por otro lado, percibimos signos de vida que nos llenan de esperanza,
porque en ellos vemos la mano de Dios que crea de la nada (cf. Gn 1,14) y recrea a partir del caos (cf. Is 65, 17-25).
Cada vez más nos encontramos con personas y grupos que buscan
a Dios. Hay más organizaciones y voluntarios comprometidos en la
solidaridad internacional y en la defensa de la vida y del ambiente.
Está naciendo una conciencia planetaria que articula pensamiento
global con acción local.
Cuando el conocimiento se transforma en fuente de riqueza y de
poder, se vuelve urgente democratizar la información y extender
la educación a los más pobres. Esta urgencia nos permite apreciar
mejor la actualidad de nuestra misión de educadores.
Aceptar las propuestas
Las propuestas del documento “Agua de la Roca”
Los primeros seguidores de Marcelino Champagnat amaban al
fundador como al hermano mayor y padre que era para ellos. Esto
no debe causar extrañeza, ya que el joven sacerdote y sus discípulos
tenían muchas cosas en común.
Juan María Granjón, los hermanos Juan Bautista y Juan Claudio Audrás,
Antonio Couturier, Bartolomé Badard, Gabriel Rivat y Juan Bautista
Furet. Los Estanislao, Juan Pedro Buenaventura, Doroteo, Silvestre...
eran unos muchachos sencillos procedentes del campo, que vivían del
trabajo de sus manos. Además, casi todos ellos llegaban sin estudios.
Ya sabemos que el propio fundador tuvo que luchar para superar sus
dificultades académicas y pasó por trances amargos en el seminario,
debido a su falta de preparación.
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Esa espiritualidad nacía de la propia experiencia de Marcelino de
sentirse amado por Jesús y llamado por María. Él, al igual que los
otros maristas pioneros, estaba convencido de que Ella quería que
su Sociedad fuera el modelo de una forma renovada de ser Iglesia. Y
en Fourvière se comprometieron a unir sus afanes para convertir ese
sueño en realidad.
Nosotros hemos recibido la espiritualidad de Marcelino Champagnat
y de nuestros primeros hermanos como una preciosa herencia que
ha sido adaptada y actualizada por cada una de las generaciones
anteriores, manteniendo su dimensión mariana y apostólica. A
nosotros nos corresponde ahora encarnarla en las diversas culturas y
situaciones en las que el Instituto se halla presente.
Los hermanos que tomaron parte en el Capítulo de 2001 pidieron
al nuevo Consejo general que elaborara una guía para ofrecer la
espiritualidad apostólica marista