Revista Aisthetikê MAYO 2014 | Page 15

(5) Este producto externo, finito y conceptualizado es necesariamente una representación, pues su realidad en sí misma es inaccesible a posteriori. Lo que el producto es se manifiesta en lo que el producto muestra de sí mismo, que no necesariamente debe corresponderse con su esencia, la cuál, como ideal, puede corresponderse totalmente con la imagen de sí misma, no como realidad empírica, sino como una tendencia que se acerca, sin llegar, a la representación de la realidad original en sí misma.

(6) La representación de la realidad original en sí misma es interna o externa, pues puede ser representación de un objeto o ente externo al individuo, o representación de un objeto o ente interno al individuo mismo, como puede ser imaginación o sentimiento.

(7) Esta representación original es finita y conceptualizada ya que, al igual que en (4), la realidad en sí misma se muestra al individuo, quien toma de ésta un conjunto de atributos finitos y perfectamente diferenciados. No tiene sentido hablar sobre la captación de infinitos atributos de la representación de la realidad, al igual que no tiene sentido hablar de una representación no conceptualizada, en la que cada fragmento de la misma es indiferenciable del posterior.

(8) El producto final del proceso es el resultado de una transformación, ya sea expresa o tácita, de una representación de la realidad original en otra diferente. La representación original de la realidad, en sí misma, no es objeto del arte hasta que no sufre dicha transformación a través de los pasos anteriormente descritos.

(9) La representación de la realidad original se transforma por el individuo de manera consciente, intencionada y voluntaria; pues esta representación, en sí misma, no es objeto del arte hasta que ésta misma no es captada por el individuo -el artista- de forma consciente, ya sea una representación interna o externa al mismo; no es objeto del arte, asimismo, si no existe la intencionalidad de transformar la representación de la realidad original en otra mediante un proceso, porque es absurdo referir al arte como producto del azar, exento de la intervención humana; no es objeto del arte, para finalizar, si no existe voluntariedad, pues el individuo -artista- no transformará la representación de la realidad original en contra de su propia voluntad de así hacerlo.

(10) El producto del arte, una vez transformado el objeto del arte de manera consciente, intencionada y voluntaria, a través de los mecanismos que convierten una representación de la realidad original en éste mismo -pues es la realidad misma inaccesible, sólo lo es como ideal-, es decir, en una reproducción subjetivizada de la misma, muestra de sí mismo que ha formado parte de un proceso: el proceso del arte respecto a una representación de la realidad original.

El producto del arte es la obra de arte; el individuo que capta la representación de la realidad original es el artista; el modo mediante el cuál el objeto se transforma en producto es la técnica artística, más o menos elaborada. No se puede decir qué es arte y qué no es arte cuando un individuo contempla una supuesta obra de arte: se puede hablar de mejor o peor reproducción en comparación a unos criterios artificiales, construidos por el ser humano, que sirven como medida a tomar como referente respecto a una disciplina, igual de artificial y construida.

Arte no es un concepto, pues arte es concepto en sí mismo. Y, como tal, toda discusión sobre qué es arte y qué no es arte debe ser relegada al olvido: debe ser enterrada. Desde este momento, el ser humano debería centrarse en discutir sobre la técnica en sí misma o cómo ésta se ajusta a unas normas predefinidas y consensuadas.

Con esto pongo fin a mi exposición. Espero que haya sido de vuestro agrado y hayáis podido captar la esencia de mis ideas.

Sebastián Agulló

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