RESISTENCIA, la revista 001 | Page 56

Antes de entrar a la exposición, no sabia lo que me iba a encontrar, lo que iba a sentir o lo que me iba a transmitir ni tampoco lo que me iba a llevar de allí. Al principio, una de las cosas que más me impactó fueron las alambradas y vallas electrificadas que ocupaban toda una pared y que en su momento rodeaban el campo de concentración.

Durante todo el recorrido ibas encontrándote muchos objetos que te dejaban parada. Objetos usados tanto por los reclusos como por los nazis en Auschwitz: zapatos de mujeres hombres y niños, todos destrozados; los uniformes de rayas, sucios, desgastados o manchados de sangre o cualquier otra cosa; las ropitas de los niños y niñas pequeños que también les toco vivir ese horror. La mesa de operaciones, con sangre y todos los utensilios que usaban los médicos allí y las camillas dónde transportaban a la gente a la cámara de gas. Aquello me hacia pararme y pensar cómo y porqué mucha gente inocente tuvo que vivir eso.

Otra de las cosas que me revolvió el estómago fueron las miles de fotografías que había, poder ponerle cara a personas que habían pasado por eso, y que les había tocado vivir muchas injusticias. A parte de las fotografías, los vídeos de los supervivientes contando su experiencia, como los separaban de sus familias o todo lo que tuvieron que hacer para sobrevivir, te acercaban mucho más a tener una idea de todo lo que pudieron sufrir allí Aunque nunca podremos sentir lo que sintieron ellos, cuando hablan te transmiten una parte del dolor que vivieron allí y eso ya te hace recapacitar de que en el mundo no puede volver a ocurrir algo así ni parecido.

AUSCHWITZ:

DEBEMOS EVITAR

QUE SUCEDA DE NUEVO

Alba García Almela. 2º Batx. Ciències

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