RESISTENCIA, la revista 001 | Page 52

Siempre he oído hablar de los miles de muertos, de la cantidad descomunal de víctimas judías que perdieron su vida (o más bien, a quienes se la arrebataron) simplemente por ser. Pero siempre he oído hablar de números, no de personas, se dan cifras, que oscilan entre miles y miles, pero ¿qué hay de las personas?

No quiero pensar en la falta de humanidad de nuestra sociedad, ya que es difícil conocer cualquier hecho de tal magnitud, como el holocausto, simplemente sabiendo versiones que cuentan medias verdades, que dejan escondidos detalles que muestran la vida, las condiciones o la represión de las víctimas, así como también se ocultan actitudes o torturas inimaginables en la actualidad. No es culpa nuestra. Pero cierto es que quien no conoce la historia está destinado a repetirla.

Me incluyo en este desconocimiento, yo no era consciente de lo que realmente había pasado. Si es cierto que, por lo que se dice y lo que pueden contar, más o menos tenia hecha una idea de lo que podría haber sido. Ahora puedo afirmar que estaba bastante lejos de lo que fue la realidad.

Desde la primera sala de la exposición pude notar la angustia que sufrían los judíos y ya desde este momento el desastre que se avecinaba era palpable. Sala tras sala, todo se iba endureciendo: las imágenes, los testimonios, los vídeos, los objetos… ¡todo! Se me hacía imposible pensar, e incluso creer, que tal crueldad sucedió no hace mucho ni muy lejos.

Las paredes de las salas hablaban por si solas. Iban narrando la macabra historia y todo el sufrimiento que vivieron los judíos en Auschwitz.

Hablando de sensaciones hubo momentos que me sentía como asfixiada, una parte de mí no lograba entender como algo así era posible. Otros de mis sentimientos se centraban en las familias, en los hombres y mujeres, en los niños y niñas. Como familias quedaron destruidas. ¡Eran personas!, personas como nosotros que tuvieron que soportar ese infierno.

Algo en mí se removió cuando impacté con la dura y triste realidad. Esas imágenes aparentemente crueles, no solo eran así, eran reales. Los judíos (de los que siempre había oído hablar) de las fotografías dejaron de serlo cuando les mire a los ojos,

GRITOS DE SILENCIO

Anabel Forner Mollar. 2º Batx. Ciències

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