RESISTENCIA, la revista 001 | Page 114

las mejores soluciones para un equipo docente sediento de innovación metodológica, de nuevas estrategias de aprendizaje y de ilusión, de muchísima ilusión y esfuerzo por garantizar una educación de calidad, sea del tipo que sea. Un equipo docente que ve en la creación de nuevas leyes, más que una oportunidad, un obstáculo; un equipo docente que ve limitada su capacidad de acción al campo que le permite la ley y que castiga en numerosas ocasiones la innovación; un cuerpo de docentes muy preparados y brillantes en muchas ocasiones que sufre la falta de programación y formación diariamente, y que no encuentra el modo, el espacio ni el lugar de aplicar las nuevas metodologías o, por el contrario, se ven obligados a hacerlo a marchas forzadas a golpe de ley. Y creo, de corazón, que este no es el camino que debe seguirse. Y es que la prisa no ha sido nunca una buena consejera.

En conclusión, la introducción de la oratoria no debe ser aprobada por la Junta de Andalucía en los términos actuales por los motivos expuestos, a saber: la falta de elaboración de la propuesta, que no determina si la oratoria es una metodología o una materia; la falta de responsabilidad formativa y formación del equipo docente, que no existe ni en el plano metodológico ni el plano académico y, en último lugar, la total ausencia de garantías de aprendizaje de competencias a través de esta introducción de la “oratoria”, impartida sin planificación y por un equipo docente que no sabe cómo llevarlo a cabo más allá de los conocimientos que su experiencia y

conocimientos que su experiencia y su curiosidad le hayan aportado, en su mayoría carentes de desarrollo pedagógico.

Y como adelantaba al inicio, de ninguna manera querría que se

malinterpretaran mis palabras: no escribo estas palabras con un fin destructivo, y creo que eso ha quedado demostrado al ofrecer las explicaciones e incluso proponer alternativas; escribo estas palabras

más bien con un interés propositivo, colaborativo y esperanzado; escribo estas palabras porque la mala aplicación y el consecuente fracaso del debate en el aula me dolería, como creo que dolería a todas las personas que nos hemos implicado en ello y conocemos las ventajas y los beneficios que pueden aportar al aprendizaje de los estudiantes, y cuya fracaso puede conducir al rechazo como ya lo ha hecho. Y, en plena honestidad y responsabilidad, por amor al debate y a la docencia, no podía hacer menos que manifestar estos datos, estas reflexiones que comparto para todas las personas que tengan interés en conocer mi opinión al respecto. Os agradezco la lectura y espero que, como siempre, juntas consigamos todas las personas que creemos en el debate aquello que toda la sociedad merece: una educación de calidad, independiente y, en definitiva, al servicio del ser humano y de la sociedad.

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