RESISTENCIA, la revista 001 | Page 111

forma que el aprendizaje cooperativo no consiste en sentar a las estudiantes en grupo.

El debate, como metodología, va más allá de la oratoria (que es, por definición, el arte de saber hablar y, particularmente, el arte de saber hacerlo desde la perspectiva expositiva, escénica, relativa más al lenguaje no verbal que al resto de capacidades necesarias para hablar razonadamente en público); el debate como metodología es un

conjunto de herramientas que no consiste tanto, como dice el campeón del mundo, en conocer las nociones básicas de la oratoria como de conocer las técnicas por las que puedo desarrollar el razonamiento crítico, el análisis de la realidad, la necesidad del uso correcto del lenguaje o la necesidad del discurso y del diálogo. Y este conjunto de técnicas comporta la metodología a la que denominamos "debate", de manera que no se trata de una materia (¿o es que alguien sustituiría media hora de matemáticas para hacer media hora de aprendizaje cooperativo?) sino de una metodología destinada al desarrollo de las competencias. Y de aquí nace su transversalidad con cualquier disciplina, humanística o científica.

Por lo tanto, si entendemos el debate como metodología, y no parece posible ni beneficioso entenderlo de otro modo, obtendríamos una metodología que permite el desarrollo de competencias. A pesar de las novedades que parece traer el debate, como bien se ha señalado

por parte de muchos docentes, dichas competencias están ya presentes en los programas educativos, como las relativas a la expresión oral y, además, no es la primera vez que se incluye en España la actividad del debate en el curso académico (puede consultarse el caso de Castilla y León, donde Roberto Abad desarrolló una gran labor en la que tuve la suerte de colaborar a través de conversaciones y tantas reflexiones compartidas). La problemática, por tanto, no está en la introducción de nuevas competencias porque estas ya existen, sino en la forma de trabajarlas de forma transversal (puesto que las competencias son en sí mismas transversales) y que el desarrollo de las competencias, conseguido a través de las metodologías, acompañen el aprendizaje de los contenidos de las materias. Este es, y no otro, el verdadero problema de la educación en la actualidad. Porque, si la hegemonía de la educación de los contenidos se muestra como un fracaso, aburrida y tediosa, la educación en competencias parece superficial, sospechosa, demasiado orientada a la educación para la empresa, y no para la sociedad y la ciudadanía. Si alcanzáramos y consiguiéramos aplicar metodologías que conjugaran los beneficios del aprendizaje de los contenidos, fundamental y básico en la educación del ser humano, y el desarrollo de las competencias, que permite aplicar y poner en práctica el aprendizaje, probablemente se zanjaría la disputa inicial de la que hablaba.

Pero el debate de competición, sin embargo, no es una metodología. Es

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