texto: AMY BAND
arte y diseño: PIPER CHRISTOPHER
R
osy es una nueva cara en los pasillos
de Lincoln. Su historia empieza en
San Marcos, Guatemala en el pueblo de
Sibinal. Con su padre fuera de país y su
mamá fuera de casa, Rosy creció con sus
abuelos paternos. Vivía contenta con su
vida, pero esto cambió cuando su padre
regresó a Guatemala después de unos
años. Rosy quería conocerlo y vivir con
él para “ver cómo siente estar con una
familia feliz, comer feliz en la mesa con
mamá [y] papá”. Con el regreso de su
marido, su mamá también volvió con él
otra vez.
La vida con su padre no resultó ser esa
imagen de cariño familiar que Rosy había
imaginado. “A mí no me comprendía, no
me entendía, no me escuchaba” explica
Rosy frustradamente. “Yo decía ‘papá,
quiero estudiar’, él decía ‘no. Tu eres
mujer, y las mujeres no estudian’”.
Salvador son conocidos como la región
más peligrosa en el mundo para la mujer.
Como resultado de las guerras civiles
del siglo XX y las deportaciones de
jóvenes pandilleros desde los EEUU,
El Salvador, Honduras y Guatemala
han padecido de varias generaciones de
violencia sistemática. Por muchas partes
las pandillas ejercen más control que el
gobierno y la policía. A causa de todo eso,
esta región también ha visto un aumento
desproporcionado de violencia contra las
mujeres en forma del abuso doméstico
y sexual, y aún más perturbante, del
femicidio. Pero las cifras, especialmente
sobre el abuso doméstico y sexual, son
inciertas porque muchas víctimas no
denuncian las agresiones. Estas mujeres
no se quedan calladas por falta de lógica,
sino por la profunda corrupción del
sistema de justicia y la misoginia. Muchas
ni la oportunidad equitable de buscar un
trabajo que pague bien, resulta muy difícil
obtener una independencia económica,
y muchas siguen con sus maridos por
razones de seguridad.
Muchas veces, el hogar no es un lugar
seguro, sino todo lo opuesto. La cultura
dominante del machismo dicta que la
mujer tiene que obedecer a su hombre casi
por definición. Si no, las consecuencias
pueden llegar a ser peligrosas.
La violencia del hogar se nota también
dentro de otros ambientes, a veces de
forma aún más extrema. Aunque las
pandillas causan y al mismo tiempo
aprovechan del caos en las comunidades.
Mujeres y niñas son secuestradas, y
obligadas a entrar en la prostitución y
el tráfico humano. A veces las designan
a ser la novia de un pandillero, en una
Heridas machistas
La violencia contra la mujer centroamericana
El maltrato excedió lo verbal: “Quería las
cosas rápido, una cosa que no le hacíamos,
nos pegaba”. Como suele ocurrir, era peor
cuando tomaba. “Agarraba machetes,
cuchillos… a veces teníamos que
corrernos de casa e ir a refugiarnos en
las noches hasta las once con mi abuela
por parte de mi mamá … Era muy difícil,
era muy malo”. Rosy vivió dos años más
con su padre, y después volvió a la casa
con los abuelos que tanto quería. “Fueron
momentos muy difíciles. Desde entonces,
no tengo comunicación con él.”
Más allá de la historia familiar de
Rosy, la violencia doméstica es un
tema prevalente alrededor del mundo.
Centroamérica tiene una reputación
particular. Guatemala, Honduras, y El
veces las víctimas que denuncian el abuso
son ignoradas por las autoridades y el
agresor sale sin castigo. Incluso las puedan
matar los mismos agresores responsables
del abuso original por hablar.
¿Por qué será que las mujeres
experimentan tanto abuso sistemático
fuera y dentro de la casa? La explicación
completa es una unión de elementos
como la raza, la política, la situación
económica, y más. Eso sí, todo empieza
por la base fundamental del sexismo.
Como el padre de Rosy nos demuestra, las
mujeres de esa región no tienen mucho
apoyo para seguir con su educación. Hay
papeles socioculturales estrictos que las
obligan a ser una esposa complaciente,
una criada infatigable. Sin la educación
continuación de abuso sexual y violación.
Las pandillas también usan a la mujer
como un método de manipular a los
hombres. Giran su atención a las esposas,
hermanas e hijas para presionar a un
miembro de una pandilla rival, o a algún
hombre que no acate las órdenes hechas
por la pandilla local.
El aumento dramático de violencia contra
las mujeres ha tenido un efecto notable
en el número de inmigrantes femeninas
llegando a México y los EEUU en los
último años. Según una investigación
hecha por la patrulla fronteriza de los
EEUU el número de mujeres detenidas en
la frontera se triplicó entre 2012 y 2014.
Para evitar una vida de mala calidad por
el control de las pandillas o un familiar